Este libro llega a su segunda edición, lo cual no suele suceder. Es valioso por tres razones principales: por lo que trata, quiénes participan en su escritura y cómo se escribió cada uno de los textos que lo componen. Es importante por su temática porque, si bien todos los autores fueron convocados para que escribieran sobre Aguascalientes, cada uno fue libre de escoger el recuerdo, aspecto o tema que le interesó y quiso compartir con los lectores, lo cual tuvo como resultado una rica, vasta, amena y gozosa imagen y lectura de distintos aspectos de la ciudad y sus habitantes.

Es importante por sus autores, en primer lugar, porque reúne a un gran número de ellos, pues juntar a ochenta escritores no fue tarea fácil. La mayoría nacieron, crecieron o ya murieron en la ciudad de Aguascalientes; pero algunos llegaron de otros lugares y la adoptaron. Por sus distintos relatos podemos identificar edades, profesiones, orígenes familiares, gustos, aficiones, creencias y hasta preferencias sexuales abiertamente reconocidas. Podemos decir que representan ampliamente, aunque no lo suficiente, la diversidad social de la ciudad. En el libro participan veinte mujeres y sesenta hombres; predomina la visión masculina.

En los relatos de las autoras y algunos autores es posible identificar una ciudad, vista desde el lado de las mujeres, en la que sobresalen las diferencias de roles que existen en la sociedad hidrocálida -aunque no son exclusivas de ella- y que han generado fuertes desigualdades, conflictos e incluso violencia, situaciones siempre desfavorables para ellas. Lo constatan testimonios de la infancia de una autora a principios de siglo XX, una bordadora de la década de 1950 y hasta una profesionista de finales del mismo siglo: «¿Para qué tanta escuela? ¿Para que se case y haga tortillas?». «Me levantaba a lavar a las dos, tres de la mañana. Me levantaba temprano para poder trabajar. A las dos de la tarde ya tenía yo mi comida y me sentaba a coser hasta las 11 de la noche. Dios me ayudó porque nunca me cansé»; «Me hacían sentir que cualquier trabajo se lo debía al puesto de mi esposo».

El libro es importante por los múltiples aspectos que en él se describen, pero además por la forma como han sido escritos. El hecho de que esté compuesto de textos cortos permite dar muchas vueltas a la ciudad en una diversidad de formas, gustos, sensibilidades, estilos y apreciaciones. La mayor parte están escritos en primera persona; son crónicas autobiográficas en las que podemos encontrar en pocas páginas desde una «Carta a mis nietos», donde se narra una vida de casi un siglo, hasta el relato de una misa de treinta minutos.

Desde luego, no podía faltar la crónica de una tarde de toros abrileña, ni los «Temas ferrocarrileros» o las «Estampas de Aguascalientes». Tampoco los escritos sobre cómo transitar por «La calle Juan de Montoro», «Vivir en el centro», «Vivir en el río» o en la «La vecindad del Hueso», pasear por la «Alameda del tren nocturno» o ejercer la profesión en «El Hospital de Especialidades Miguel Hidalgo». Ni los textos para recordar con «Nostalgia de una ciudad», los años de «La época romántica del radio», los días de secundaria a finales de la década de 1960 o el Aguascalientes gay.

La historia de la ciudad de Aguascalientes durante el siglo XX

Espacio y tiempo . Aquí la primera condición del ser y habitar. Este libro es atractivo porque recoge la historia de Aguascalientes y sus habitantes en el siglo XX, que como señala el lúcido y prolífico geógrafo David Harvey (2000) fue el de la urbanización en el mundo; en esta compilación se puede observar cómo se manifestó de muy diversas maneras en la ciudad. Los eventos inéditos se multiplicaron, como cuentan los autores: «Con la llegada del tren en 1884, Aguascalientes estableció una intensa red de comunicaciones, que favoreció la circulación de pasajeros y mercancías, todo condujo a una transformación en la economía y cultura de Aguascalientes…»; «La avenida López Mateos, fue el primer eje vial de esta capital…», «Le seguiría el primer anillo de Circunvalación…»; «Se colocó el primer semáforo en la esquina de José María Chávez y Nieto…»; «…la secundaría Benito Juárez, era la Número 1, no por ser la más destacada sino porque era la única secundaria pública…»; «…llegó el primer table dance a Las Violetas». Y así muchos otros nuevos acontecimientos.

Durante todo el siglo, los pobladores de la ciudad experimentaron innumerables cambios; unos fugaces, otros que llegaron para quedarse. También fueron testigos de lo que se fue, como la transparencia de las aguas de los ríos, las cascaritas y los juegos callejeros, los barrios con sus huertas, y hasta los funerales con vestimenta negra.

Italo Calvino (1983) señala que «Las ciudades son un conjunto de muchas cosas, memorias, deseos, signo de un lenguaje: son lugares de trueque, como explican los libros de historia de la economía, pero estos trueques no solo son de mercancías, sino también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos». En el libro La ciudad de Aguascalientes en 80 textos podemos corroborar esto, ya que es una polifonía de voces que hablan desde la memoria de quienes viven o vivieron en ella.

Además de tiempo y espacio, somos sociedad, memoria e identidad. Por medio de estas crónicas y desde esta perspectiva, podemos identificar los trueques de recuerdos y las palabras más recurrentes que han forjado signos de identidad durante un siglo. Si contáramos a los autores de este libro que hacen alguna referencia al ferrocarril, estoy seguro de que serían más de la mitad.

Todos los caminos llegan al ferrocarril

Con la llegada del ferrocarril, en 1884, comenzó la historia de la ciudad de Aguascalientes del siglo XX, es decir, se adelantó algunos años. El trueque de mercancías, pero también de sueños, ideas, nuevos saberes y quehaceres, llegó en tren. Así lo podemos leer: «…alguien cuyo padre trabajó por espacio de 54 años en esa empresa, y yo, como casi todos en Aguascalientes, había pasado fugazmente por ellos cubriendo diversos puestos…»; «Los talleres de reparación de los ferrocarriles también tenían su propio ritmo. El silbato era el reloj familiar para toda la ciudad…»; «Los talleres del ferrocarril también se fueron y ahora forman parte del proyecto futurista: Las Tres Centurias».

Barrios, templos, jardines e infancia

El barrio es parte de esa geografía de la ciudad que representa un lugar delimitado por calles y edificios específicos, pero sobre todo por una percepción simbólica construida por el trueque de afectos entre vecinos; lugares de ocio y vías donde se hacen intercambios de mercancías, pero también hay juegos y se traban amistades desde la infancia. En palabras de los autores: «…el jardín de Guadalupe. El jardín de mis recuerdos, de niño fue mi guarida, el lugar de ocio con mis compañeros de escuela primaria, el lugar de riñas y encuentros…»; «Por las tardes, después de las lluvias, las calles alrededor del jardín [del Encino] eran el escenario más cercano al paraíso que he conocido».

Religión, hábitos y festividades

De igual manera, si hiciéramos el recuento de autores que de alguna manera hacen referencia a una práctica religiosa de su niñez, incluso de su vida adulta, resalta que son numerosos, aunque no más que las referencias al ferrocarril. Esto no debe sorprendernos pues la Iglesia católica es una institución que por siglos se hizo cargo de la educación mediante la construcción de escuelas y colegios, y las monjas atendieron a los enfermos en hospitales y clínicas. Los testigos nos cuentan que en el hospital «El sacerdote católico, vestido con sus prendas talares, acude a cada habitación ofreciéndose a confesar al paciente que así lo desee, y una moja estratégicamente rezagada ofrece la comunión»; en la escuela, «Recuerdo a las religiosas: en la portería, a cargo de la biblioteca o de los pagos de colegiatura, de la Congregación de María». Desde luego, hay distintas maneras de vivir esta religiosidad o las festividades, como nos cuenta un autor: «…en todos los puntos se observan imágenes de la Virgen de Guadalupe pintadas por cholos. Lo significativo, como suele suceder en el sincretismo popular».

Cada quien habla como le va en la feria de San Marcos

Volviendo a las estadísticas de los temas, la referencia más recurrente tanto de los nacidos en la ciudad como de los que llegaron a ella de fuera es la feria de San Marcos. Aunque no se trata de un evento surgido en el siglo XX, y durante estos cien años tuvo cambios más de forma que de fondo; para unos autores del libro que se reseña «la feria es signo de identificación, orgullo y prestigio», para otros «es la cantina más grande del mundo». Ambas apreciaciones tienen razón. «Calor, cerveza, corrida de toros, jugada y gallos, ríos de alcohol, montañas de basura, monopolios, exclusividad, exclusiones, policías federales, cholos incomprendidos, borrachos por todas partes. ¿Cuál crisis? La feria ha comenzado». Sin embargo, para algunos la feria ya no tiene sorpresas y se ha deteriorado. «Nos la estamos acabando. Tengo 20 años que no le encuentro chiste».

Desigualdad y diversidad social

Aguascalientes, como otras ciudades de México, ha sido y es desigual. Lo novedoso es la diversidad social, que fue creciendo de manera lenta pero constante. Ambos aspectos pueden identificarse en muchos relatos: «…en nuestra vecindad había de todo: albañiles, hojalateros, vendedores de hielo, fruteros, huaracheros, obreros, prostitutas, y uno que otro homosexual»; «… la lucha de clases se dirimía año con año durante la feria de San Marcos, en el ruedo del centenario coso de la calle Democracia, ricos vs. pobres, curros vs. descamisados, los de sombra frente a los de sol».

Hay en estas crónicas autobiográficas verdaderas joyas de mundos muy distintos. Una de ellas describe lo que es levantarse a las tres o cuatro de la mañana, que ya es tarde, para iniciar los trabajos en la ladrillera, otra a los que se levantan a esa misma hora para atender urgencias en el Hospital de Especialidades Miguel Hidalgo.

En la década de 1980, con la llegada de las empresas automotrices, arribaron principalmente japoneses, que ampliaron la policromía social. También en esos años llegaron «Tres mil chilangos con todo y chivas» a trabajar en el INEGI, lo que favoreció la diversidad social.

Los que llegaron

En las crónicas de las personas que llegaron de fuera durante el siglo XX pueden identificarse las características que más sobresalen e identifican a Aguascalientes y sus lugareños. Alguien que llegó en 1976 encontró una ciudad con buenos servicios, limpia, donde la gente se vestía «bien», se acostumbraba tutear y las bicicletas eran muy usadas como medio de transporte. Identificar las diferencias más profundas de la sociedad lleva tiempo, genera algunas diferencias e incluso rechazos, como nos cuenta una crónica: «Después de varios años de darle vueltas llegué a la conclusión de que una diferencias fundamental es el lugar en donde establecemos la línea divisionaria entre lo público y lo privado».

Presagios cumplidos y autocomplacencia

En 1986, un autor advertía: «Seguimos con la ilusión de que todo crecimiento es bueno, con orgullo vemos nuestra ciudad expandirse, duplicarse, hincharse. Pero se acabó la tierra, se acabó el agua, se acabó el sol; con esa tendencia, se acabaría de la misma manera la gente como es ahora, buena, pacífica, alegre».

Una autora escribió: «Me resulta muy difícil entender e incluso hacer frente a la autocomplacencia. Me refiero a problemas como los embarazos en adolescentes y el incremento de madres solteras, la expansión del sida, los suicidios, las bajas oportunidades de trabajo para los jóvenes en general y los profesionistas en particular, la calidad de la educación, la equidad social, la escasez de agua, por mencionar algunos que me parecen acuciantes».

En 2005, cuando se publicó la primera edición del libro, podíamos preguntarnos: ¿este presagio se cumplió?, ¿seguimos siendo autocomplacientes? E incluso nos lo podemos preguntar 17 años después. Las preguntas están ahí, esperemos que haya otro libro que registre la historia presente ◊

Notas al pie:
  • 1

    La vuelta a la ciudad de Aguascalientes en 80 textos. 2ª ed. Salvador Camacho Sandoval (coord.). Aguascalientes: Universidad Autónoma de Aguascalientes, Instituto Cultural de Aguascalientes, 2022.

Referencias
Historial:
  • » Recibido: 25/03/2022
  • » Aceptado: 01/06/2022
  • » : 18/10/2022» : 2022Jul-Dec