En este libro, la autora, Rosa Rojas Paredes, explora y analiza las variantes de la política indigenista que el Estado mexicano aplicó en Jalisco. Enmarca su investigación en el período que va de 1995 a 2012. Le interesó responder a la pregunta de si existía un nuevo planteamiento en las políticas públicas aplicadas desde el Estado nacional en los pueblos indígenas y si ello configuraba un nuevo tipo de relación entre el propio Estado nacional y los pueblos indígenas mexicanos.

Desde las primeras páginas, la autora enuncia una conclusión general con claridad, que cito:

A pesar de los cambios a nivel constitucional, los programas gubernamentales siguen siendo de corte tradicional, encontrándose que no reflejan el nuevo paradigma de políticas públicas, que coexisten programas viejos y nuevos, sin que sean los pueblos indígenas los verdaderos actores de su desarrollo (p. 14).

Esta opinión, lo indica la misma autora, es válida en referencia al último sexenio del gobierno priista y a los sexenios de la alternancia panista (p. 15).

Este libro es un compendio para mostrar y discutir cómo se aplicaron las políticas indigenistas en un estado como Jalisco, en los períodos señalados. Es el resultado de la reflexión de una científica social que es al mismo tiempo funcionaria y, por lo tanto, está trabajando acerca de su propia experiencia. En este sentido, la importancia del libro no solo estriba en el detallado análisis que contiene, sino también en la reflexión de la autora, quien estuvo situada en una posición que los antropólogos llaman «observación participante». Este libro hay que leerlo «de pe a pa», como una obra que debe ser examinada con el mismo detalle con el que está escrita. No solo nos dice qué ha sido el indigenismo en Jalisco, sino qué características guarda el Estado mexicano respecto a su concepción de la variedad cultural del país y las referencias teóricas que convencieron a los círculos de poder de que la nación solo es posible en la comunidad de cultura y, muy importante, que de ahí emana la legitimidad del propio Estado nacional.

Documenta un caso concreto, a través de análisis particulares: el conflicto de la carretera Bolaños-Huejuquilla, el de la minería en el lugar sagrado de Wirikuta y el de la discriminación y violencia de género en las regiones indígenas de Jalisco. En todos los casos muestra los resultados de aplicar políticas de asimilación de la variedad cultural de México, en aras de consolidar una sociedad nacional a través de una cultura nacional.

Las raíces de esta convicción de Estado sobre los pueblos indígenas se localizan en los liberales criollos de la Nueva España. Un ejemplo de ello es el texto de fray Matías de Córdova, escrito en Tapachula en 1792 y que propone asimilar a los pueblos indígenas mediante el fortalecimiento del mercado interno vía las industrias textil y del calzado. Pero como el texto de fray Matías hay varios a lo largo del siglo XIX, que demuestran la propensión a rechazar la variedad cultural como componente de un conjunto nacional.

En la conclusión general de la autora, citada al principio, se especifica que los proyectos indigenistas fueron diseñados sin la participación de los indígenas. Así es, en efecto. El propio Gonzalo Aguirre Beltrán, sin duda el exponente más brillante del indigenismo, lo reconoce. En varios de sus textos, Aguirre Beltrán escribió que el indigenismo es un planteamiento de los no indígenas para estos últimos, porque de lo que se trata es de consolidar una nación asimilando la variedad cultural a un prototipo de cultura nacional, definida desde el Estado. Los indígenas, afirmaba, son ajenos al concepto de nación y, por lo tanto, no están en capacidad de plantear cómo llegar a consolidar un ámbito nacional. Es decir, no están en capacidad de planear su propia asimilación cultural en aras de consolidar una nación en un contexto como el de México. Recomiendo leer el discurso que con motivo del Día del Indio, en abril de 1967, pronunció Aguirre Beltrán en San Pablo Guelatao, Oaxaca, y que puede leerse en el volumen XI de su Obra antropológica, editada, entre otros, por el Fondo de Cultura Económica.

La autora presenta los resultados de su análisis y su reflexión en un libro organizado en una parte introductoria y un cuerpo, constituido de tres partes. En la primera se exponen las políticas públicas en tres capítulos, además de las cuestiones jurídicas y sus contextos (capítulo I); la descripción del perfil sociodemográfico y cultural de las regiones con población indígena en Jalisco (capítulo II), y un tercer capítulo que examina las consecuencias del indigenismo en el estado. Las consideraciones finales de cada capítulo sirven al lector para asimilar la detallada información expuesta.

En la segunda parte de su obra la autora discute el indigenismo y las políticas públicas derivadas, antes y después de la alternancia. Expone este contenido nuevamente en tres capítulos. El IV está constituido por el análisis comparativo de las políticas públicas anteriores y posteriores a la llamada alternancia; el capítulo V, por un examen muy detallado de los programas de atención gubernamental aplicados en los pueblos indígenas de Jalisco, y en el capítulo vi se analiza el papel de las organizaciones de la sociedad civil a través de sus actividades más relevantes.

La tercera parte está integrada con los estudios de caso, referentes a la aplicación de políticas públicas indigenistas en Jalisco. Los capítulos VII y VIII son los nucleares de esta parte, en la que además se incluyen la discusión y las conclusiones generales.

La bibliografía es amplia. Los anexos del libro enriquecen la información, que prueba la labor de la autora para documentar sus opiniones. Supongo que Rosa Rojas tomó apuntes prolíficos de su propio desempeño en una suerte de diario de campo, a la usanza antropológica, en el que registró el día a día de su experiencia.

Deseo resaltar la importancia de este libro para comprender no solo el indigenismo, sino la variedad cultural del país en sus ámbitos regionales. Los críticos del indigenismo hicieron tabla rasa en sus análisis. Nos hacen falta más análisis de lo que pasó en las diversas regiones del país en donde actuó el Instituto Nacional Indigenista (INI). Justo es decir que Juan Luis Sariego fue pionero en la discusión de los resultados de la aplicación del indigenismo en el norte de México, entre tarahumaras. Existe también el compendio de Agustín Romano sobre Chiapas. No dejo de mencionar la reflexión de Teresa Valdivia, también funcionaria del INI, sobre los yoris y los guarijíos del noroeste de México. De esta manera, el libro de Rosa Rojas enriquece la bibliografía sobre el indigenismo en el occidente de México, con una muy detallada información y con visiones críticas sobre los resultados obtenidos.

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  • » : 20/12/2021» : 2020Jul-Dec