A pesar de los diversos efectos nocivos del covid-19, en Latinoamérica la pandemia también se ha caracterizado por un significativo activismo migrante en torno al acceso a la salud pública y el reconocimiento de derechos y garantías de protección legal y financiera. Desde el enfoque de la autonomía de las migraciones y mediante un abordaje cualitativo que incluye revisión de literatura especializada, entrevistas con informantes clave y la participación directa en diversas iniciativas, este artículo tiene el propósito de analizar la actuación y las iniciativas de enfrentamiento a la pandemia desarrolladas por cinco colectivos de mujeres y disidencias sexuales y de género migrantes en Argentina, Brasil, Chile y Bolivia. A través de redes de solidaridad y cuidado y de campañas transnacionales como ¡Regularización Ya!, estos colectivos han puesto en marcha una nueva gramática del activismo y de la resistencia migrante.
Along with the various harmful effects of covid-19, in Latin America the pandemic also featured significant activism by migrants concerning access to public health, the recognition of rights, and guarantees of legal and financial protection. From the perspective of the autonomy of migration and through a qualitative analysis that includes a review of the specialized literature, interviews with key informants and direct participation in various endeavors, this article aims to explore the actions and the campaigns to confront the pandemic developed by five groups of migrant female collectives, and sexual and gender dissidents, from Argentina, Brazil, Chile and Bolivia. Using networks of solidarity and caring, and transnational campaigns such as ¡Regularización Ya! (“regularization of migrants now!”), these collectives have created a new grammar of activism and migrant resistance.
- pandemia;
- América Latina;
- mujeres y disidencias migrantes;
- afectos;
- luchas migrantes.
- pandemic;
- Latin America;
- migrant women and dissidence;
- affections;
- migrant struggles.
Introducción
Las migraciones se han convertido en un tema central de la agenda internacional, y uno de los aspectos más discutidos es su feminización (Santos y Guerra, 2021). Aunque históricamente las mujeres han sido protagonistas de los flujos migratorios (Sinke, 2006), la feminización implica tanto la visibilización como la mayor presencia de mujeres en los desplazamientos, pero también la inclusión de la variable género en los estudios y las políticas sobre movilidad humana. Esto significa que se consideran los efectos diferenciados de la migración y se analizan procesos como la sobrecarga de trabajo que experimentan las mujeres migrantes o el papel que la movilidad puede tener en algunos casos como fenómeno propulsor de transformaciones y emancipación respecto a los papeles tradicionales de género (Lamas-Abraira, 2022).
Desde el enfoque de la autonomía de las migraciones, se reconoce el papel de las personas migrantes como sujetos políticos, así como las agendas, los procesos de organización y la lucha que ellas generan (Casas-Cortés et al., 2014; Nyers, 2015; Cordero et al., 2019; De Genova y Tazzioli, 2022). Esta perspectiva, que compartimos y guía nuestro trabajo, incluye en forma creciente a las mujeres vistas como agentes protagonistas en múltiples esferas.
Hoy existen cada vez más mujeres que migran en forma independiente para trabajar, recibir educación o como cabezas de familia (Oso y Ribas-Mateos, 2013). En América Latina las mujeres migrantes desempeñan un papel fundamental en todos los sectores de la economía y son centrales en el cuidado familiar y comunitario (Magliano y Arrieta, 2021; Santos y Guerra, 2021).
Las mujeres, y especialmente las migrantes, son también uno de los grupos más impactados por la pandemia de covid-19 (Villarreal y Castells, 2020; CEPAL, 2022). No obstante, antes, durante y después de ella, las mujeres migrantes y las personas disidentes sexuales y de género2 han demostrado que son protagonistas en la constitución de redes de solidaridad, activismo y cuidado distribuyendo cestas básicas y ayuda de emergencia en los momentos de mayor necesidad, pero también dando lugar a iniciativas transnacionales como la campaña ¡Regularización Ya! en países latinoamericanos.3 Nuestro trabajo pretende analizar estos procesos considerando el papel de cinco colectivos de mujeres migrantes y disidencias sexuales y de género en Brasil, Argentina, Bolivia y Chile.
En el aspecto metodológico, la investigación es de carácter cualitativo y fruto de la revisión de estudios teóricos y empíricos. El trabajo incluye también la realización de entrevistas semiestructuradas con informantes clave, representantes de colectivos de mujeres migrantes y disidentes sexuales y de género en la región. La muestra es de carácter intencionado y los criterios de selección de las organizaciones analizadas fueron el ser colectivos de mujeres migrantes y disidencias sexuales y de género latinoamericanas con actuación anterior a la pandemia, la existencia de contactos y redes de colaboración previas con los mismos y el hecho de que estos colectivos fueron los impulsores de la campaña de ¡Regularización Ya! a nivel regional.
Las entrevistas fueron realizadas en forma remota mediante la plataforma Zoom en los meses de julio y agosto de 2022, donde participaron las siguientes agrupaciones: Ni una Migrante Menos, de Argentina; Cio da Terra, de Brasil; Brigada Migrante Feminista, de Chile, y Ni Una Migrante Menos, de Bolivia. Asimismo, este trabajo aporta reflexiones y análisis derivados de la participación en el Equipo de Base Warmis-Convergencia de las Culturas, de Brasil, porque dos de las autoras son activistas de esta organización. De acuerdo con la teoría feminista del punto de vista, desarrollada por Harding (2008), sin renunciar a la producción de un conocimiento objetivo, reconocemos el carácter situado de nuestra posición y análisis como mujeres migrantes y activistas. Al mismo tiempo, aceptamos la premisa de esta perspectiva, que valoriza el punto de vista de los sujetos analizados y defiende que los individuos marginados u oprimidos pueden contribuir a crear nociones más objetivas y justas del mundo (Harding, 2008: 109).
El artículo está organizado en tres apartados, además de las consideraciones finales. El primero presenta el marco teórico del estudio. En el segundo se analizan algunos de los principales efectos de la pandemia de covid-19 sobre las migraciones en América Latina. El tercero se enfoca en el análisis de las redes de solidaridad, activismo y cuidado de organizaciones de mujeres migrantes y disidentes sexuales y de género latinoamericanas durante la pandemia.
Mujeres, disidencias sexuales y de género y autonomía de las migraciones
Según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (United Nations, 2020), las mujeres representan algo menos de la mitad de la población mundial de migrantes internacionales, es decir, 135 millones (48.1 %). Sin embargo, en Europa, América del Norte y Oceanía ellas constituyen la mayoría absoluta de las personas migrantes (United Nations, 2020).
Históricamente, las mujeres están presentes en todas las direcciones y modalidades migratorias (Sinke, 2006). En muchos casos son ellas quienes empiezan los procesos migratorios y se convierten en proveedoras económicas del hogar. Este protagonismo ha generado un creciente interés en el fenómeno por parte de investigadores, agencias internacionales y formuladores de políticas públicas (Gregorio-Gil, 2012; Oso y Ribas-Mateos, 2013; Magliano y Arrieta, 2021).
De acuerdo con Sassen (2003), la migración laboral femenina se sustenta en la reproducción y explotación de las desigualdades de género por parte del capitalismo global. Así, en el contexto de la actual globalización económica, las migraciones femeninas son fruto de un doble proceso. Por una parte, del fracaso de las estrategias de desarrollo en el Sur del mundo debido a factores como el colonialismo y la prevalencia del modelo extractivista, así como la feminización de la pobreza o la supervivencia.4 Por otra parte, la demanda de mano de obra femenina en sectores como los servicios o los cuidados (Sassen, 2003; Lamas-Abraira, 2022).
Otros factores para comprender las migraciones femeninas son las desiguales relaciones existentes en las sociedades de origen, el anhelo de procurar una vida mejor, la voluntad de poseer una mayor autonomía vital y sexual o la necesidad de huir de situaciones de violencia de género u otros tipos de violencia (Santos y Guerra, 2021). Además, es fundamental tener en cuenta el papel que desempeñan las redes del crimen organizado en las migraciones femeninas mediante la trata y la explotación de mujeres y niñas con fines sexuales o de explotación laboral doméstica (Oso y Ribas-Mateos, 2013).
Sin embargo, estudios sobre movilidad humana con enfoque de género (Herrera y Martínez, 2002; Gregorio-Gil, 2012; Magliano y Arrieta, 2021; Santos y Guerra, 2021; Lamas-Abraira, 2022) han puesto de manifiesto que la mayor parte de las teorías migratorias favorecen un enfoque homogeneizador y masculino, lo que invisibiliza o no considera debidamente las desigualdades de género y otras desigualdades. Dichas teorías soslayan también las motivaciones que subyacen a las decisiones migratorias de las mujeres; los papeles sociales que desempeñan como madres, esposas o hijas; las representaciones sociales de género existentes en relación con el fenómeno, o las contribuciones socioeconómicas que hacen las mujeres en sus países de origen. Así, por ejemplo, se ha mostrado que las representaciones sociales basadas en el género suelen tener un carácter positivo en el caso de los hombres cuando se les considera héroes o se construye una imagen del hombre migrante como vencedor. La migración de las mujeres, por otro lado, suele ser vista como un factor de desestabilización del orden social que genera el abandono familiar y la renuncia al ejercicio de los papeles tradicionales de género (Herrera y Martínez, 2002; Guizardi et al., 2018).
A partir de una mirada interseccional, es necesario también analizar otros marcadores sociales en la migración como raza, etnia, clase, nacionalidad y orientación sexual, al igual que su articulación y las maneras en que confluyen en un mismo caso, multiplicando las desventajas y discriminaciones (Gregorio-Gil, 2012; Mallimaci, 2012). En relación con la orientación sexual, cabe destacar que el número de personas migrantes LGBTQIAP+ es creciente en todas las modalidades de la movilidad humana y merecen especial atención debido a que ellas corren mayores riesgos de sufrir discriminación, abusos físicos y psicológicos, violaciones de sus derechos y de ser asesinadas (McAuliffe y Triandafyllidou, 2022). Sin embargo, como destacan Theodoro et al. (2020: 114), más allá de procesos como el carácter ontológico de la diferencia o la vida precaria, una de las experiencias transversales de este colectivo es su escasa visibilidad a nivel académico, político o legal.
En oposición a esta realidad, a partir de enfoques teóricos críticos y desde el activismo migrante, se visibilizan fenómenos como el sexilio5 (La Fountain-Stokes, 2004; Braga, 2019) y se reivindican categorías como disidencia sexual y de género que denuncian la heterosexualidad como régimen político, pero también la heteronormatividad y la homonormatividad como constructos culturales, asumiendo un posicionamiento cuestionador frente a los mismos y visibilizando la amplia diversidad de experiencias que supone su transgresión (González, 2016; Galaz y Menares, 2021). De esta manera se evidencia la conjunción de opresiones, marginaciones y vulnerabilidades, pero también las estrategias de lucha y resistencia propias de estas personas migrantes y sus procesos de articulación con otras redes y colectivos (Mallimaci, 2012; Galaz y Menares, 2021).
Gracias a las contribuciones del pensamiento feminista a los estudios migratorios (Gregorio-Gil, 2012; Guizardi et al., 2018; Lamas-Abraira, 2022), hoy la variedad de líneas de investigación sobre género y migraciones es significativa e incluye cuestiones como la división sexual y étnica del trabajo internacional; la migración de los cuidados y el papel de las mujeres migrantes en matrimonios mixtos; la participación de las mujeres en procesos como las migraciones calificadas; los enfoques interseccionales que consideran sus diversas identidades de clase, etnia, orientaciones sexuales, edades, factores como la discapacidad, y las contribuciones en procesos de migración y desarrollo. Pese a ser un área históricamente menos estudiada, existe también un creciente número de trabajos que estudian las experiencias subjetivas de las mujeres y su papel como agentes en los aspectos político, social y productivo, así como en redes afectivas de activismo por justicia social y (auto)cuidado (hooks, 2000; Demarchi et al., 2021; Magliano y Arrieta, 2021).
Una perspectiva para analizar el papel de las mujeres y las personas migrantes en general como agentes políticos es el enfoque de la autonomía de las migraciones. Esta es la perspectiva que adoptamos en este trabajo, que busca visibilizar la voz y subjetividad de las personas migrantes con el fin de superar las narrativas hegemónicas sobre la migración (Nyers, 2015). Normalmente dichas narrativas asignan a las personas migrantes el papel de trabajadores, víctimas o asistidos, sin permitir la plena comprensión de la complejidad que las caracteriza.
Por el contrario, desde la autonomía de las migraciones (Casas-Cortés et al., 2014; Nyers, 2015; Cordero et al., 2019; Domenech y Boito, 2019; De Genova y Tazzioli, 2022) se sostiene que a través de diversos procesos de organización -denominados luchas migrantes- que desafían, contestan o evaden las políticas migratorias, la concepción tradicional de ciudadanía o el sistema capitalista, es posible aproximarse a la comprensión de las migraciones a partir de sus protagonistas.
Las diversas visiones de la autonomía de las migraciones llaman la atención sobre las luchas y protestas visibles, así como las acciones relativamente invisibles de resistencia cotidiana que tienen lugar en los espacios microfísicos de la vida diaria, como los procesos de negociación del desplazamiento a través de las fronteras o las estrategias para ocupar el espacio público más allá del control racializado (De Genova y Tazzioli, 2022: 28). Desde esta óptica también se considera la búsqueda del reconocimiento público de carácter político y las reivindicaciones de los migrantes por participación y representación plenas (Nyers, 2015), al igual que el carácter propositivo de algunas luchas migrantes y las alternativas derivadas de estos procesos (Domenech y Boito, 2019; Demarchi et al., 2021; Villarreal et al, 2022).
Como veremos en el próximo apartado, las personas migrantes y refugiadas en América Latina han sido un grupo muy afectado por la pandemia de covid-19, pero sus procesos de articulación y organización social y política no se han detenido.
Migraciones, pandemia y desigualdades en América Latina
Aunque antes de la pandemia ya existía una movilidad globalmente desigual, que incluye políticas, procesos de criminalización y restricciones selectivas para las personas más pobres y racializadas (Sheller, 2018), desde que se decretó la emergencia sanitaria la restricción a la movilidad espacial se impuso como norma. En el marco de un proceso de securitización de la pandemia y de la declaración de «estado de guerra» al SARS - COV2 que incluye el uso de sofisticadas tecnologías y controles de frontera (Basile, 2021), desde principios de 2020 las respuestas gubernamentales han sido encierros, cuarentenas, protocolos sanitarios y restricciones de circulación en diversos grados (Villarreal y Castells, 2020). Solo en 2020 se impusieron 108 000 restricciones a los viajes internacionales (McAuliffe y Triandafyllidou, 2022: 157). Además, el número de pasajeros aéreos disminuyó en 60 % entre 2019 y 2020 (McAuliffe y Triandafyllidou, 2022: 35).
En el caso de las Américas, Álvarez (2020) destaca algunas tendencias generales a partir del estudio de 19 países que incluye el análisis de las medidas estatales adoptadas, situaciones que enfrenta la población migrante y respuestas sociales. Entre las tendencias identificadas cabe señalar el cierre fronterizo y la inmovilidad forzada de millones de personas, la imposibilidad de solicitar asilo y la suspensión o diferimiento de las solicitudes de asilo en curso, la externalización de la frontera de Estados Unidos en la región y el aumento en el número de las deportaciones por parte del gobierno norteamericano, el confinamiento de personas migrantes en espacios insalubres y el aumento de la violencia y la violación de sus derechos en estos recintos, un mayor número de procesos de detención e irregularización migratoria, y la adopción de medidas nacionalistas y selectivas de protección social o laboral.
Asimismo, pese al desarrollo de actividades esenciales durante la pandemia por parte de la mayoría de las personas migrantes, no se registraron procesos de regularización; antes bien, en un contexto caracterizado por el aumento en los niveles de criminalización, discriminación, racismo y xenofobia hacia personas migrantes y refugiadas, hubo un aumento inédito de los controles y las detenciones. Durante la emergencia sanitaria tampoco se crearon medidas de protección para la niñez y adolescencia migrante, mientras que se registraron nuevos procesos que incluyen la movilidad espacial interna, procesos de reemigración y el retorno de personas migrantes debido a factores como el aumento de la pobreza, la discriminación y la imposibilidad de continuar con sus proyectos de vida en los países de residencia. Por último, una tendencia central durante la pandemia fueron los procesos de lucha migrante y la solidaridad en red (de carácter local, nacional y transnacional) por parte de las organizaciones de migrantes, sociedad civil, iglesias, organizaciones internacionales y ciudadanía en general (Álvarez, 2020: 21).
Según la CEPAL (2022), durante la pandemia la salud de los latinoamericanos fue una de las más afectadas del mundo. En el caso de la población migrante y refugiada, debido al hacinamiento y los altos niveles de precariedad, se verificaron algunas especificidades como indicios de mayor positividad y letalidad del covid-19; temor a declarar la enfermedad, especialmente por parte de personas en situación irregular, y acceso desigual a la vacunación y los servicios de salud respecto a la población local, entre otras.
Por otro lado, la pobreza y la desigualdad social alcanzaron niveles récord en la región. En 2021, el número de personas en situación de pobreza extrema era de 86 millones (13.8 % de la población de América Latina) y las personas en situación de pobreza alcanzaron los 201 millones (32.1 % de la población latinoamericana), cifras no registradas desde hacía al menos una década. A su vez, el aumento de la desigualdad social puede medirse a través del índice de Gini promedio regional, que en 2020 fue 0.7 % más alto que en 2019 (CEPAL, 2022).
Pese a la adopción de medidas sociales de emergencia por parte de los gobiernos, América Latina registró también un significativo deterioro redistributivo y una movilidad descendente en los estratos de ingreso medio, tradicionalmente no contemplados por estas políticas. En un contexto de empobrecimiento regional generalizado, hubo un aumento de los niveles de pobreza, vulnerabilidad y precariedad de las personas migrantes y refugiadas (CEPAL, 2022).
Entre la población migrante, al igual que en el resto de la sociedad, uno de los grupos más afectados fue el de las mujeres y las disidencias sexuales y de género. En el caso de las mujeres, los mayores impactos sobre este grupo se explican por una serie de factores que pueden vincularse a tres procesos fundamentales: el retroceso significativo de su participación laboral, la agudización de su sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado y una mayor exposición al riesgo de violencia (CEPAL, 2022). Las mujeres son mayoría en algunos de los sectores productivos más afectados por la pandemia, como los servicios, el comercio, el turismo y los servicios personales, lo cual provoca que la crisis en estos ámbitos las impacte de manera más pronunciada. A su vez, en un contexto cultural patriarcal, procesos como el cierre de las escuelas, el teletrabajo y la desigual división sexual del trabajo han sobrecargado las tareas de las mujeres, lo que provoca su salida masiva del mercado de trabajo y tiene efectos negativos sobre sus proyectos de autonomía, así como sobre su salud física y mental (CEPAL, 2022).
En un escenario caracterizado por altos niveles de violencia, abusos y múltiples formas de discriminación, la pandemia y las medidas de confinamiento decretadas con el fin de combatirla exacerbaron también la vulnerabilidad de las mujeres y disidencias sexuales y de género a estos fenómenos (Araúz, 2021). Sin embargo, como veremos a continuación las mujeres, y especialmente las mujeres migrantes y disidencias sexuales y de género, durante la pandemia fueron protagonistas de diversos procesos de lucha, redes de solidaridad, cuidado y autocuidado que trascendieron fronteras y formatos.
Afectos, solidaridades, luchas y resistencias migrantes
En este apartado analizamos la organización de los colectivos de mujeres y disidencias sexuales y de género migrantes de cuatro países latinoamericanos (Brasil, Argentina, Bolivia y Chile) y comprendemos de qué manera se articularon y desarrollaron estrategias para enfrentar la pandemia y apoyar a sus comunidades. Además, a través de dos de las autoras de este texto, incluimos las voces y experiencias del Equipo de Base Warmis-Convergencia de las Culturas, un colectivo de mujeres migrantes de diferentes países en la ciudad de São Paulo. Este último surgió en 2013 como parte del organismo internacional Convergencia de las Culturas del Movimiento Humanista6 promoviendo la no violencia activa y la no discriminación, y desde entonces trabaja para visibilizar la agenda y las reivindicaciones de las mujeres migrantes en el espacio y la opinión públicos. Desde la epistemología feminista, siguiendo a Harding (2008), apostamos por la construcción de una práctica científica no idealizada en la que reconocemos que parte de la información aquí estudiada constituye un conocimiento situado de mujeres migrantes activistas y participantes en los procesos estudiados. Se trata de un conocimiento situado con carácter parcial, contingente y político que, sin embargo, busca la producción de conocimiento socialmente comprometido y responsable.
Mediante las entrevistas semiestructuradas, realizadas en forma remota, buscamos conocer los principales rasgos de cada colectivo; sus actividades, dificultades y desafíos, al igual que sus luchas, redes de trabajo y colaboración de carácter nacional y transnacional. Nuestro objetivo era intentar comprender sus transformaciones en tres momentos distintos: antes, durante y después de la pandemia. Debido a que la actuación de estos colectivos y su activismo durante ella ocupan un lugar central en nuestro análisis, las entrevistas exploraron elementos como las formas en que el covid-19 afectó su funcionamiento y sus acciones, las estrategias adoptadas para hacer frente a sus efectos y las redes de movilización, luchas y campañas que promovieron o en las que participaron durante este periodo. Las principales características de los colectivos analizados están representadas en el Cuadro 1.
Colectivo | Ciudad y país | Año de fundación | Perfil |
---|---|---|---|
Brigada Migrante Feminista | Valparaíso, Chile | 2017 | Mujeres y disidentes sexuales y de género migrantes |
Cio da Terra | Belo Horizonte, Brasil | 2017 | Mujeres migrantes y brasileñas |
Equipo de Base Warmis-Convergencia de las Culturas | São Paulo, Brasil | 2013 | Mujeres migrantes |
Ni una Migrante Menos | Buenos Aires, Argentina | 2017 | Mujeres migrantes |
Ni una Migrante Menos | El Alto, Bolivia | 2019 | Mujeres migrantes retornadas y bolivianas |
Fuente: Elaboración propia.
Para entender quiénes son las personas que los integran debemos considerar, en primer lugar, la diversidad de orígenes de clase, nacionalidad, etnia, edad, orientación sexual y trayectorias que las caracterizan: algunas de ellas han vivido procesos de migración interna en sus países de origen; varias se definen como aymaras, quechuas, mestizas o racializadas; otras se autodenominan disidencias sexuales y de género; mientras que, más allá de lo económico o laboral, sus experiencias vitales están atravesadas en diversos casos por realidades como la guerra, el activismo en varias esferas o la formación de familias transnacionales, lo que implica altos niveles de movilidad y diversos procesos migratorios a lo largo de sus vidas.
Como se ilustra en el Cuadro 1, los colectivos analizados fueron fundados antes de la pandemia y son resultado de factores como la trayectoria de activismo de mujeres y disidencias sexuales y de género migrantes en sus países de origen, de su participación previa en movimientos sociales como el movimiento feminista y de su militancia en organizaciones de migrantes y de la sociedad civil en los países de destino. Sin embargo, el reconocimiento de una agenda propia, las críticas por la ausencia de sus demandas en espacios más amplios de activismo o la falta de protagonismo femenino en dichos ámbitos provocaron la conformación de colectivos específicos.
En el caso brasileño, el colectivo Cio da Terra, de la ciudad de Belo Horizonte, es compuesto por mujeres migrantes de diferentes países y brasileñas pro inmigrantes y surgió en 2017. De acuerdo con sus integrantes, el colectivo nació a partir de la percepción de las fundadoras de que los espacios de migrantes eran ocupados principalmente por hombres. En un primer momento sus actividades se enfocaban en impartir clases de portugués a mujeres migrantes y desarrollar proyectos de generación de ingresos. Con el paso del tiempo el colectivo ha ido ampliando sus ámbitos de actuación y hoy tiene varios frentes de trabajo: salud integral, social, portugués, financiero, recursos humanos, generación de ingresos y empleo, formación sociopolítica, comunicación y jurídico, entre otros.
En Chile, el colectivo Brigada de Migrantes Feministas de Valparaíso es un grupo de mujeres y disidentes sexuales y de género de diversos países. En 2016 comenzaron a reunirse con el objetivo de crear una guía sobre acceso a documentación para personas migrantes. Un año después surgió el colectivo propiamente dicho e hizo su irrupción en el espacio público el 8 de marzo denunciando la situación de xenofobia, racismo y falta de acceso a la documentación que viven las mujeres y disidencias sexuales y de género migrantes en el país. Al mismo tiempo, el colectivo busca denunciar la ausencia de las demandas feministas en el movimiento de migrantes y la falta de la agenda migratoria en los movimientos feministas.
En Argentina, el colectivo Ni una Migrante Menos, de Buenos Aires, también surgió en 2017 como parte del Bloque de Trabajadoras Migrantes. Este último es una articulación que reunía a diversos colectivos y organizaciones de migrantes con el fin de protestar contra la creación de un centro de detención para migrantes y contra el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70/2017, aprobado durante el gobierno de Mauricio Macri, que modificó diversos aspectos de la legislación migratoria a partir de un enfoque de seguridad. El 8 de marzo de 2017, algunas mujeres migrantes que participaban en esa organización mayor decidieron marchar como un grupo separado como una forma de denunciar el machismo y la misoginia, y también para evidenciar las situaciones específicas vividas por las mujeres y disidencias sexuales y de género migrantes dentro del feminismo. Con el paso del tiempo, el colectivo Ni una Migrante Menos se desvinculó del Bloque de Trabajadores Migrantes y comenzó una trayectoria de activismo y actividades propias.
En Bolivia, el colectivo Ni Una Migrante Menos surgió en 2019 como apuesta de las mujeres migrantes bolivianas residentes en Buenos Aires que habían empezado su militancia en 2017 en el movimiento argentino homónimo. Durante los viajes de retorno temporales para visitar a sus familias y por motivos profesionales, estas mujeres migrantes decidieron empezar un proceso organizativo a nivel local que se reforzó durante la pandemia como resultado de la crisis en los países de residencia y del retorno de diversas militantes a su país de origen.
Todos estos colectivos mantuvieron sus actividades durante los momentos más críticos de la pandemia de covid-19 (años 2020 y 2021) y continúan sus actividades hasta hoy (2022). Sin embargo, de acuerdo con nuestras interlocutoras, esta permanencia no ha sido fácil puesto que la pandemia ha afectado de diversos modos sus actividades y formas de organización.
La declaración de la pandemia por coronavirus, el aislamiento social y las cuarentenas obligatorias, sumadas al miedo del contagio y la tardanza en la inmunización en algunos países, fueron algunos puntos que afectaron a los colectivos de mujeres migrantes y disidencias sexuales y de género en Latinoamérica. De un momento a otro, tales colectivos tuvieron que comenzar a desarrollar sus actividades, tanto internas (reuniones, asambleas, etcétera) como externas (campañas, debates, movilizaciones, formaciones, etcétera), de manera virtual. Ese paso de la presencialidad a la virtualidad implicó resignificar los afectos y las actividades que la presencia permite, como expresa Laura del colectivo Cio da Terra (Brasil): «Antes de la pandemia nos encontrábamos siempre presencialmente, y sabíamos que cada encuentro era superimportante, delicioso; encontrarnos, abrazarnos, compartir comidas siempre fue muy bonito, muy emocionante» (Laura, Brasil, 26 de julio de 2022).
La prohibición repentina de la presencialidad tuvo impactos significativos para los colectivos. En el caso de Chile, que acababa de pasar por el estallido social,7 en el que la ocupación del espacio público desempeñó un papel fundamental, la restricción y el control de la circulación durante la pandemia fueron traumáticas, como cuenta Carú, de la Brigada Migrante Feminista:
Veníamos de un activismo muy de espacio público, de irrumpir, de cuestionar, a eso nos dedicábamos prácticamente […]. Venir de un estallido social donde esa fuerza pública y militarizada estaba desapareciendo, asesinando y torturando y que después esa misma fuerza apareciera con el mismo rifle diciendo que te quería cuidar […] fue traumático. Fue muy duro, muy impactante; nos cortaron esos espacios, nos tocó encerrarnos, no entendíamos mucho lo que estaba pasando; entonces fue mucho pánico, y ahí lo que hicimos fue generar el espacio, pero desde la virtualidad, que fue a lo que nos vimos obligades, a asumir un habitar virtual (Carú, Chile, 20 de julio de 2022).
Al mismo tiempo, la virtualidad permitió que migrantes que se encontraban en diferentes localidades pudiesen participar en las actividades de los colectivos. En el caso del colectivo Equipo de Base Warmis algunas de las integrantes retornaron a sus países de origen o se mudaron de ciudad, pero la virtualidad ha permitido que continúen participando en el grupo. Lo mismo relatan las integrantes del colectivo Cio da Terra, que consiguieron gracias a la tecnología ofrecer cursos de portugués a mujeres migrantes no solo de Belo Horizonte sino también de otros lugares de Brasil. Sin embargo, debido a las históricas desigualdades de género en el acceso y uso de las tecnologías, la virtualidad también implicó un proceso de adaptación y aprendizaje no siempre fácil, como cuenta Laura: «Lidar al principio fue un poco traumático […] fue complicado agarrarle la mano a cada una de las mujeres que querían hacer el curso de portugués y enseñar desde lo básico: a manejar el celular, a instalar una determinada aplicación, enseñar el paso a paso de cómo funciona» (Laura, Brasil, 26 de julio de 2022).
Así, a pesar de las dificultades, la virtualidad significó una forma de adaptación de los colectivos para dar continuidad a sus actividades y, en algunos casos, desarrollar nuevas acciones y establecer nuevos vínculos, también aumentando su alcance. En este sentido, Delia, de Ni una Migrante Menos (Bolivia), expresa: «De hecho, hemos realizado algunos encuentros, webinar y demás, donde de alguna manera se sentía que no la habías visto a la compañera, no la habías conocido personalmente, pero era como hermana y quedaba ese lazo como mucho más cercano» (Delia, Bolivia, 10 de agosto de 2022).
Como relatamos en apartados anteriores, la pandemia golpeó con más fuerza a las personas migrantes y refugiadas, aumentando de manera drástica la pobreza, sus niveles de precariedad y vulnerabilidad. En un contexto de respuestas estatales insuficientes, en América Latina la sociedad civil se movilizó y desempeñó un papel esencial para atender las demandas de los grupos más afectados durante la emergencia sanitaria (CEPAL, 2022). Frente a esta situación, los colectivos de mujeres y disidencias sexuales y de género migrantes no permanecieron pasivos, sino que tuvieron un papel primordial formando redes de solidaridad, asistiendo a las personas más vulnerables y haciendo tareas que iban más allá de sus actividades tradicionales. A partir del aumento del hambre, el desempleo y las diversas necesidades provocadas por la pandemia, estos colectivos fueron desplegando estrategias de solidaridad y cuidado destinadas no solo a sus integrantes sino también a sus comunidades en general. Como relatan Laura y Paula, del colectivo Cio da Terra:
Varias personas migrantes se aproximaron a nosotras primero por una necesidad económica, porque necesitaban comer, estaban sin trabajo, muchas se quedaron desempleadas a raíz de la pandemia y muchas ya estaban desempleadas haciendo bicos (trabajos temporales), pero con la pandemia se acabó todo realmente (Laura, Brasil, 26 de julio de 2022).
A gente se viu na necessidade de fazer alguma coisa, como já tem cinco anos que a gente atua, o Cio da Terra é referência, as pessoas nos procuravam, chegavam mensagens 'estou passando necessidade', 'meus filhos estão com fome' e aí começamos a nos mobilizar8 (Paula, Brasil, 26 de julio de 2022).
Esta misma situación es relatada por todos los colectivos entrevistados. Así, a pesar de que ninguno fue creado con objetivos asistencialistas, todos donaron en algún momento de la pandemia alimentos y otras provisiones a mujeres y disidencias sexuales y de género migrantes y sus familias, como una forma de dar respuesta a las necesidades y urgencias que surgieron a partir del aislamiento obligatorio. Por ejemplo, el Equipo de Base Warmis consiguió entregar, a través de campañas de financiamiento colectivo virtuales, 415 canastas de alimentos, además de kits de limpieza e higiene personal, productos de protección como mascarillas y alcohol en gel, libros y otros artículos para la infancia. La misma estrategia de recaudación fue desarrollada por el colectivo Cio da Terra, que entregó canastas de alimentos no solo en Belo Horizonte sino también en su región metropolitana e hizo donaciones en dinero a familias que lo necesitaban.
En el caso de la Brigada Migrante Feminista (Chile) la estrategia de recaudación de fondos se dio a través de un ciclo de conversatorios virtuales junto con artivistas9 feministas de diferentes países. De acuerdo con el relato de sus integrantes, este proceso fue también una forma de contención y acompañamiento comunitario en medio de la irrupción de la pandemia. Con el dinero recaudado consiguieron donar alimentos para mujeres y disidencias sexuales y de género migrantes, al igual que medicamentos de hormonización para corporalidades trans. Una acción muy importante fue también la ayuda brindada a personas migrantes para cubrir el precio de los alquileres, entre otras demandas que llegaban al colectivo.
En el caso argentino, Ni una Migrante Menos consiguió canastas de alimentos a través de articulaciones con otras organizaciones sociales. El propio colectivo se encargó de distribuirlas entre las familias migrantes de Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, como explica Carla: «Nosotras teníamos una lista específica para compañeras mujeres inmigrantes; pero no era un recurso que teníamos o que nos bajaban desde el Estado, sino que era por articulación con otros espacios que ya conocíamos, y vimos mucha solidaridad, pero los bolsones de alimentos también son limitados» (Carla, Argentina, 9 de agosto de 2022).
Luego de un primer momento en que la urgencia era apoyar a las mujeres, disidencias sexuales y de género y familias migrantes principalmente con alimentación, estos colectivos comenzaron a pensar y desarrollar acciones más amplias y a largo plazo. Una de las articulaciones más importantes que los colectivos aquí analizados -junto con muchos otros- impulsaron en 2020 fue la campaña regional ¡Regularización Ya!, inspirada por movilizaciones con propuestas semejantes en países como España e Italia y que propone la regularización migratoria permanente, incondicional e inmediata de todas las personas migrantes que en el contexto de pandemia se vieron afectadas por factores como el cierre de fronteras y oficinas que tramitan los permisos de residencia, por la imposibilidad de costear los trámites en medio de la crisis económica provocada por la pandemia, entre otros. Además, la campaña reivindica el derecho a la documentación como forma de acceso a otros derechos.10
La importancia de esta demanda se hizo evidente durante la pandemia, cuando tener documentos era fundamental para acceder a ayudas gubernamentales, al sistema público de salud, etcétera. La campaña ¡Regularización Ya! fue impulsada por más de veinte colectivos y organizaciones de migrantes y pro migrantes en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Perú. Sobre la articulación transnacional que esta campaña promovió, Delia, del colectivo Ni una Migrante Menos (Bolivia), destaca la importancia de la campaña y su papel para conectar y formar redes entre colectivos de diferentes países con agendas en común:
El hecho de que se haya podido ir armando con organizaciones feministas de otros países también hizo de alguna manera que nosotras como migrantes podamos empezar a armar estas redes con compañeras de Chile; con compañeras de Colombia, de El Salvador, de Ecuador; también de México, de Brasil y Bolivia; entonces creo que sí, nos dio la posibilidad de empezar a hablar sobre este tema, y me pareció superimportante porque ya no es que nos cerramos los migrantes que estábamos en Argentina aislados solitos peleando por esta situación de la regularización, sino que fue algo mucho más amplio, que logró en principio juntarnos y empezar a coordinar por estos otros espacios de migrantes en estos otros países, por lo menos para mí fue superimportante (Delia, Bolivia, 10 de agosto de 2022).
Además de la organización de la campaña transnacional de regularización en América Latina, las acciones realizadas por los colectivos aquí analizados incluyen pensar en el cuidado y el autocuidado, atendiendo demandas de bienestar físico y emocional de sus integrantes. Como cuenta Carú, de la Brigada Migrante Feminista (Chile), el colectivo generó un programa de acompañamiento psicológico y de terapias corporales: «Vino como un segundo capítulo, pasó un poco la gran urgencia y ¿cómo podíamos hacer con este encierro, con esta movilidad tan reducida? Y ahí empezamos un proyecto que combina la comunidad a la cual llegamos con nuestro propio equipo, que también necesita cuidado» (Carú, Chile, 20 de julio de 2022).
La centralidad del cuidado es un factor que también estuvo presente en las actividades desarrolladas por el Equipo de Base Warmis (Brasil). Durante la pandemia este colectivo creó, tradujo a diversas lenguas y distribuyó en forma impresa y mediante redes sociales y WhatsApp materiales informativos sobre la emergencia sanitaria y procesos de regularización migratoria, así como información para tener acceso a las políticas y ayudas sociales (auxilios de emergencia) en el contexto brasileño. Además, el colectivo produjo material virtual de acompañamiento y recursos para vivir la pandemia de manera más saludable y amena, y también promovió diversos conversatorios y debates en línea. Tales recursos incluyeron clases de yoga y actividad física, al igual que recetas culinarias y recomendaciones de autocuidado y entretenimiento.
De esta forma, los colectivos desplegaron estrategias de cuidado y autocuidado, lo que implicó volver la mirada hacia adentro del grupo. Como cuenta Carla, de Ni una Migrante Menos (Argentina): «Empezamos a vernos en relación al autocuidado, ver cómo estábamos cada una realmente. Estuvimos más bien para adentro […]. Eso estuvo bueno porque también hablamos mucho del cuidado para afuera, pero a veces no nos cuidamos tampoco para dentro» (Carla, Argentina, 9 de agosto de 2022).
En el mismo sentido, Carú, de la Brigada Migrante Feminista (Chile), analiza el dinamismo, las continuas tareas realizadas por las activistas y la romantización que muchas veces se hace de este proceso, haciendo hincapié en la necesidad de descansar como una forma de autocuidado para poder cuidar: «A ver qué nos pasa con ese cuidado, porque también de eso nos hemos dado cuenta: nosotras no tenemos la costumbre de descansar, como que está mal visto […]. Pero llegó un momento en que tuvimos que cerrarnos por completo […] fue bonito poder apoyar, articularnos aun en esas condiciones, pero tenemos que descansar» (Carú, Chile, 20 de julio de 2022).
Por otra parte, las entrevistadas resaltan la importancia de las articulaciones de carácter nacional y transnacional establecidas con otras agrupaciones y organizaciones a lo largo de las trayectorias colectivas. Además, enfatizan el papel de los afectos, amistades y lazos de confianza, así como el modelo que algunas organizaciones representan para el surgimiento de nuevos colectivos. A título ilustrativo, podemos destacar que en el caso brasileño el colectivo Cio da Terra menciona que se inspiró en la experiencia del Equipo de Base Warmis, de São Paulo, para fundar su propia organización en Belo Horizonte. De esta manera emerge una forma de hacer política y reivindicar las demandas de la población migrante, que implica la construcción de vínculos individuales y colectivos. Como afirma Paula, del Cio da Terra (Brasil):
As políticas migratórias não vão surgir do nada, então a gente tem que continuar pressionando, tem que continuar mobilizando. A gente viu que é possível articular, mesmo virtualmente, que é necessário, que a gente não dá conta sozinha, a gente não tem perna para fazer as coisas sozinha; então tanto no âmbito local, de Belo Horizonte e a região metropolitana, quanto no âmbito estadual, nacional, internacional, transnacional a gente precisa fortalecer esses vínculos para fazer as coisas acontecerem11 (Paula, Brasil, 26 de julio de 2022).
Para Carla, de Ni una Migrante Menos (Argentina), las articulaciones y la creación de redes con otros espacios no se dan por una lógica solo estratégica sino también de identidad política: «Cuando sucede algo crítico nos terminamos viendo, nos terminamos encontrando, pero siempre es desde un lugar de confianza política, sobre todo con compañeras, si son espacios mixtos primero hablar con compañeras mujeres o disidencias» (Carla, Argentina, 9 de agosto de 2022).
Al mismo tiempo, esas lógicas de diálogo y articulación de carácter nacional y transnacional son también lógicas de cuidado y apoyo colectivo mutuo. De acuerdo con Carú, de la Brigada Feminista (Chile):
Conectarnos a nivel regional e internacional también fue bonito y es algo que hacemos bastante en la Brigada y que pudimos mantener en pandemia: el abrazar y apoyar a otros activismos antirracistas migrantes, de otras ciudades, de otros países y eso ha sido bacana, […] porque también como activistas tenemos muy poca costumbre de que nos cuiden; queremos cuidar mucho, dar calorcito, pero tampoco tenemos la costumbre de darnos calorcito entre nosotres y de vernos como esa familia escogida (Carú, Chile, 20 de julio de 2022).
Esta forma de actuar en red a partir de amistades, afectos, lazos de confianza y afinidades personales y políticas implica también el desarrollo de una pedagogía del vínculo expansiva, tanto hacia adentro de las agrupaciones como hacia afuera de ellas. En este punto Laura, del colectivo Cio da Terra (Brasil), insiste en la necesidad de:
Crear las condiciones para que las mujeres que forman parte del colectivo interactúen con otros colectivos, porque ese afecto que nosotras tenemos entre nosotras no puede quedarse solo entre nosotras. Para eso estamos hablando de una construcción de grupo, y el grupo no es solo nosotras, no es solo el colectivo que existe; podríamos estar construyendo, intercambiando experiencias con otros grupos (Laura, Brasil, 26 de julio de 2022).
Al igual que las redes ya establecidas ayudaron a crear y promover la campaña transnacional ¡Regularización Ya!, el vínculo entre los colectivos que participaron continúa activo para otras situaciones, como explican las representantes de Ni una Migrante Menos (Argentina). Para Carla, por ejemplo, fue importante la posibilidad de articulación con el Equipo de Base Warmis para las movilizaciones que se organizaron en Brasil y otros países contra el golpe en Bolivia,12 y para Delia fue fundamental para desarrollar una solidaridad y alerta permanente: «Existía mucha solidaridad entre nosotras ante los conflictos que iban surgiendo en cada uno de los países […]. Yo lo que veo es que si pasa en algún país, ya sea con migrantes o con políticas antimigratorias o con situaciones de racismo, discriminación y xenofobia, hay como este acompañamiento, donde queda el lazo» (Delia, Bolivia, 10 de agosto de 2022).
Actualmente, pasados los momentos más críticos de la pandemia y con el fin del aislamiento obligatorio, las interlocutoras de los colectivos expresan que se encuentran en fase de reorganización, sobre todo en relación con el retorno a lo presencial. Por ejemplo, tanto el Equipo de Base Warmis (Brasil) como el Cio da Terra (Brasil) comenzaron a realizar sus actividades de manera híbrida (algunas se reúnen presencialmente y otras participan a distancia) o a intercalar reuniones presenciales con virtuales.
Por otra parte, la necesidad de dar respuesta a las situaciones de urgencia, así como la propuesta de estrategias creativas para hacer frente a la pandemia, implicó un cierto desgaste para los colectivos. En este sentido Carla, de Ni una Migrante Menos (Argentina), comenta: «Tenemos ganas de hacer mucho, pero nos está costando mucho reorganizar; pero cuando hay cosas coyunturales, cuando hay algo concreto que hay que atender, salimos. Me parece que eso es muy valioso […]. La pandemia nos dejó mucho desgaste; ganas hay, pero nos está costando mucho» (Carla, Argentina, 9 de agosto de 2022).
Carla también reflexiona sobre la importancia de reconocer que el autocuidado y la creación de espacios de confianza hacia adentro del grupo significan un gran quehacer:
Nos encontramos en una asamblea y una de las compañeras empezó a contarnos algo muy personal a personas que no nos conocía ni desde hace un año… pero encontró un espacio en confianza para abrir eso, ¡y eso es un montón! Entonces hay que bajar un poco los decibeles, bajar la ansiedad porque también nos estamos encontrando y estamos practicando el autocuidado. Y practicar el autocuidado es muy importante (Carla, Argentina, 9 de agosto de 2022).
En el libro Todo sobre el amor (2000), bell hooks reivindica el lugar que el amor ocupa en los movimientos de justicia social y realiza una defensa de la comunidad ampliada como contraparte de la familia nuclear promovida por el capitalismo y el patriarcado. Más allá de las afinidades políticas e identitarias y de los objetivos en común como personas migrantes, es justamente a través de esta ética del amor y la amistad que los colectivos aquí analizados se sostuvieron y sostienen, como remarca Laura, de Cio da Terra (Brasil): «El cariño, el amor, la camaradería nos mueve […] además el hecho de ser mujeres es otra cuestión que incrementa también porque hay una sensibilidad más, y cuando no la hay, nosotras la enseñamos […] por algo somos un colectivo, por algo estamos construyendo la idea de un colectivo» (Laura, Brasil, 26 de julio de 2022).
Por último, debemos destacar el papel fundamental que la amistad y la voluntad de transformación representan en la construcción y continuidad de las redes, luchas y procesos de resistencia aquí analizados. De acuerdo con Carú, de la Brigada Migrante Feminista, la amistad es una herramienta política fundamental en el activismo:
Los tejidos de mujeres y disidencias son superimportantes, siento que lo que nos ha mantenido es la amistad y ese deseo profundo de transformación, que también es superancestral, de generar comunidad independientemente de dónde hayamos nacido […]. Poder estar bien en un contexto de pandemia fue gracias al activismo, fue muy lindo poder reconocer que nuestro activismo nos cuida (Carú, Chile, 20 de julio de 2022).
Conclusiones
La pandemia de covid-19 profundizó la pobreza y las desigualdades a nivel global. En relación con las migraciones, impactó la movilidad de las personas y su acceso a derechos sociales como la regularización migratoria y la salud, la educación, la vivienda y la alimentación. A pesar de las particularidades impuestas por la emergencia sanitaria, es importante resaltar que las medidas tomadas por los Estados para contener la transmisión del virus se insertan en un contexto previo de securitización de las fronteras, movilidad selectiva, criminalización de las migraciones, xenofobia y racismo. Así, las políticas adoptadas durante la pandemia profundizaron y agravaron este cuadro.
En este contexto, las mujeres migrantes, sobre todo las racializadas y las disidencias sexuales y de género, se vieron afectadas negativamente de diversas maneras. Sin embargo, de acuerdo con el enfoque de la autonomía de las migraciones adoptado en este trabajo, lejos de considerarlas solo como trabajadoras o víctimas, es esencial reconocer su condición de sujetos políticos con visiones, proyectos y luchas propias. A partir de las experiencias analizadas en Brasil, Argentina, Bolivia y Chile, podemos señalar que las mujeres y disidencias sexuales y de género latinoamericanas buscan activamente su reconocimiento como agentes sociales y políticos: dentro de las sociedades de origen y destino, pero también de los propios movimientos feministas y de migrantes. Así, pese a que son uno de los grupos más afectados por la pandemia, fueron protagonistas y a través de su organización en colectivos encabezaron diferentes reivindicaciones, actividades de ocupación del espacio público y estrategias de solidaridad para afrontar el momento de crisis y promover formas de justicia social.
La pandemia impactó en forma clara el funcionamiento, las actividades y el alcance de estos grupos, lo que permitió una nueva gramática del activismo y la resistencia migrante. En un primer momento, tales colectivos se volcaron a atender las demandas de alimentos y bienes de primera necesidad que recibían de sus comunidades. Aunque estas actividades de asistencia no hacen parte de sus funciones habituales, durante la pandemia los colectivos organizaron campañas de recolección, donación o distribución de alimentos y otras provisiones. Este proceso implicó la adaptación y ampliación de su abanico de acciones, así como el establecimiento de diferentes redes de solidaridad.
En un segundo momento, cuando los peores meses de la pandemia pasaron, los colectivos en cuestión se dedicaron a pensar acciones más a largo plazo, enfocando tanto en el cuidado y el autocuidado -de las comunidades que atienden y de sus propias integrantes- como en el acceso a derechos por parte de la población migrante. En este proceso fue esencial el papel de las tecnologías y la virtualidad, que ampliaron las redes de solidaridad y el activismo migrante a nivel transnacional. La articulación establecida en la campaña ¡Regularización Ya!, por ejemplo, permitió a los colectivos contestar las políticas migratorias vigentes, estrechar lazos anteriormente establecidos y crear nuevos vínculos de amistad y solidaridad.
Antes, durante y después de la pandemia, aspectos centrales en las luchas y la actuación de los colectivos de mujeres migrantes y disidencias sexuales y de género analizados han sido el cuidado y el autocuidado. Esto es resultado del papel fundamental que desarrollan en la garantía y manutención de la vida, así como de la desigual distribución de los cuidados que existe en nuestras sociedades en función de los papeles tradicionales de género. Por ello, lejos de visiones idealistas sobre el activismo, es necesario considerar la necesidad de pensar en una distribución más equitativa de las tareas de cuidado, así como en el descanso y bienestar de quienes cuidan y encabezan procesos de lucha y resistencia migrante.
A partir de nuestro trabajo, queremos llamar la atención sobre la necesidad de complejizar la categoría migrante y la diversidad de identidades, experiencias, procesos organizativos y luchas que esta implica. Para comprender tales elementos es esencial adoptar una mirada interseccional, que considere no solo el género sino también la orientación sexual, la clase, la nacionalidad, la etnia y la edad, entre otras categorías.
Por fin, queremos también destacar el papel central que ocupan los afectos y las amistades en las relaciones y luchas hacia adentro y hacia afuera de los colectivos migrantes. Aunque el vínculo entre migraciones y emociones no es nuevo, los análisis sobre los procesos de lucha, la articulación y la resistencia migrante, pensados desde enfoques como la autonomía de las migraciones, no pueden prescindir de esta perspectiva. Como relata una de nuestras interlocutoras, «nuestro activismo nos cuida», enfatizando que en contextos tan adversos como la pandemia de covid-19 participar en las actividades y movilizaciones de los colectivos fue también una forma de que sus integrantes se sintieran acompañadas, contenidas y cuidadas ◊
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Queremos expresar nuestro agradecimiento especial a las personas entrevistadas en este trabajo, que con sus luchas cotidianas contribuyen a construir una América Latina mejor y más justa para todas las personas que aquí habitan, sin que importe su lugar de nacimiento, identidad o estatus migratorio.
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En este trabajo utilizamos la expresión disidencias sexuales y de género para definir todas las sexualidades que no se encuadran o no aceptan las normas de la hetero y la homonormatividad. Además de ser un posicionamiento teórico y político que será tratado en la siguiente sección, el término fue utilizado por varias de las personas entrevistadas en el marco de esta investigación.
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La campaña impulsada por el Equipo de Base Warmis fue inspirada en acciones semejantes desarrolladas durante la pandemia por colectivos de migrantes y organizaciones de derechos humanos en países como España e Italia.
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De acuerdo con Saskia Sassen, la feminización de la pobreza y de la supervivencia tiene relación con el aumento de la presión sobre las mujeres para que encuentren modos de asegurar la supervivencia doméstica en contextos de crisis del empleo. No obstante, la feminización de la supervivencia no se refiere solo a la economía doméstica, sino también al «hecho de que los gobiernos dependen de los ingresos de las mujeres inscritas en los circuitos transfronterizos, así como de toda una suerte de empresas cuyos modos de obtener ganancias se realizan en los márgenes de la economía lícita» (Sassen, 2003: 45).
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De acuerdo con La Fountain-Stokes (2004), este concepto define la migración motivada por la disidencia sexual y de género como consecuencia de la discriminación, la violencia y la criminalización sufridas por los miembros del colectivo LGBTQIAP+.
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El Movimiento Humanista tuvo su origen en América Latina en 1969 con una exposición pública de su fundador, Silo, conocida como «La curación del sufrimiento». Tiene actualmente carácter global y reúne a millones de personas que participan de las propuestas del nuevo humanismo, también conocido como humanismo universalista. Mayor información sobre el Movimiento Humanista se puede consultar en su página oficial: humanistmovement.net
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El estallido social chileno define una serie de movilizaciones sociales que se desarrollaron en varias ciudades del país a partir del 18 de octubre de 2019, motivadas por factores como las críticas y la insatisfacción de la población con el modelo económico neoliberal y la crisis de representatividad política, al tiempo que demandaban cambios estructurales en el país, especialmente una nueva Constitución (Spyer y Alvarado, 2021).
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Traducción nuestra: Nos vimos en la necesidad de hacer algo, como ya hace cinco años que actuamos, el Cio da Terra es referencia, las personas nos buscaban, llegaban mensajes «estoy pasando necesidad», mis hijos están con hambre', y ahí empezamos a movilizarnos.
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El artivismo es un lenguaje global del siglo XXI, heredero de procesos como el arte urbano, el situacionismo y el arte del grafiti, desarrollados durante el siglo XX . Se trata de un lenguaje híbrido que combina el arte y el activismo para construir, a través de metáforas, ironía, humor, etcétera, formas de comunicación y mensajes educativos de tipo sociopolítico, que transmiten procesos de lucha y resistencia (Aladro-Vico et al., 2018: 10).
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Aunque algunas legislaciones migratorias garantizan el acceso a la salud y la educación independientemente de la situación documental, en la práctica esos derechos se ven vulnerados por la falta de documentación.
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Traducción nuestra: «Las políticas migratorias no van a surgir de la nada, entonces tenemos que continuar presionando, tenemos que continuar movilizando. Vimos que es posible articular, aun virtualmente, que es necesario, que no conseguimos hacerlo solas, no tenemos cuerpo para hacer las cosas solas; entonces tanto en el ámbito local, de Belo Horizonte y la región metropolitana, como en el ámbito estatal, nacional, internacional, transnacional necesitamos fortalecer esos vínculos para que las cosas sucedan».
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En noviembre de 2019 se dio un golpe de estado en Bolivia, situación que motivó la organización y articulación de los migrantes bolivianos en todo el mundo para denunciar lo que estaba ocurriendo en su país de origen.
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- » Recibido: 13/09/2022
- » Aceptado: 05/12/2022
- » : 28/03/2023» : 2023Jan-Jun