El objetivo de este artículo es discutir sobre el ecofeminismo y el desarrollo a partir del estudio de caso de la cooperativa de mujeres indígenas Camaleonas, en la comunidad de Los Ángeles, municipio de Alfajayucan, en el estado de Hidalgo. La cooperativa se dedica al cultivo y venta de cactus y plantas suculentas. El análisis planteado es cualitativo; se basa en la realización de entrevistas semiestructuradas con sus integrantes, a partir de las cuales se pudo reflexionar sobre la incidencia del grupo en el desarrollo de su comunidad, así como los retos que trascienden y constituyen su propio proceso de desarrollo. Las Camaleonas han ido conformando, desde su cosmovisión, una alternativa de subsistencia desde lo local en la región, aprovechando las potencialidades de su territorio y estableciendo vínculos entre los habitantes y las instituciones.
The objective of this article is to discuss ecofeminism and development, based on the case study of an indigenous women’s cooperative, the Camaleonas, located in Los Angeles, in the municipality of Alfajayucan in the state of Hidalgo. The cooperative is based on the cultivation and sale of cacti and succulents. The analysis applied here is qualitative by means of semi-structured interviews with members of the cooperative, making it possible to reflect on how the women in the group have contributed to the local development of the community, as well as on the organizational challenges that transcend and constitute their own process of development. The Camaleonas have been shaping, on the basis of their own world view, an alternative form of subsistence in the region at the local level, taking advantage of the potential of their territory, and establishing links between inhabitants, as well as with the institutions.
- ecofeminismo;
- desarrollo local;
- mujeres indígenas;
- proyectos productivos;
- Valle del Mezquital.
- ecofeminism;
- local development;
- indigenous women;
- productive projects;
- Valle del Mezquital.
Introducción
La cooperativa indígena Camaleonas se encuentra en la comunidad de Los Ángeles, municipio de Alfajayucan, Hidalgo, México. Se formó en 2013 por iniciativa de dos jóvenes originarias del lugar que, al ver la complicada situación educativa y de falta de empleo prevaleciente en la región, decidieron emprender un proyecto que les permitiera tener ingresos aprovechando los recursos naturales y ambientales de su territorio. Eligieron el nombre de Camaleonas porque hace alusión al camaleón y su capacidad de adaptarse al entorno, que le permite sobrevivir en casi cualquier ambiente; lo pusieron en femenino porque el grupo está compuesto únicamente por mujeres, y con esto también demuestran que son las que sostienen el proyecto.
El municipio de Alfajayucan tiene una superficie de 433.44 kilómetros cuadrados, que representan 2.23% de la superficie del estado. Según la delimitación de Regiones Geoculturales realizada por el Gobierno del Estado de Hidalgo (2019), pertenece a la región Valle del Mezquital, se localiza entre las áreas del Valle y Bajío. Colinda al norte con el municipio de Tasquillo, al sur con el de Chapantongo, al este con los de Ixmiquilpan y Chilcuautla y al oeste con los de Huichapan y Tecozautla. El 29.8% de la superficie municipal tiene un clima templado semihúmedo con lluvia en verano, mientras que en el 70.2% restante prevalece el clima semiseco templado. Esto repercute en que de las 46 770 hectáreas que forman parte del territorio de Alfajayucan, la mayor proporción de terreno se dedique a actividades primarias; puntualmente, la superficie sembrada en 2019 fue de 10 126 hectáreas (Plan Municipal de Desarrollo de Alfajayucan 2020-2024). Aunque antes se cultivaban mayormente maíz y frijol ya que, según dicen sus habitantes, «es de lo poco que se da»1 debido al clima y la poca disponibilidad de agua, en los últimos años disminuyó la producción de frijol, y ahora predomina la de alfalfa y chile seco (Plan Municipal de Desarrollo de Alfajayucan 2020-2024).
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la población de Alfajayucan en 2010 era de 18 879 personas, y en 2020 de 19 162, es decir, hubo un incremento de sólo 283 habitantes en diez años (INEGI, 2021). Una posible explicación de esto es que este municipio, como gran parte del Valle del Mezquital, tiene un alto índice de emigración a Estados Unidos. En 2010, el Consejo Nacional de Población (Conapo) identificó 28 municipios hidalguenses con intensidad migratoria alta y muy alta, de los cuales 15 se encuentran en el Valle del Mezquital (Quezada, 2018). En 2020 la situación no había cambiado: el Conapo (2023) siguió considerando a Alfajayucan municipio de alta intensidad migratoria, lo que demuestra la persistencia de este fenómeno y su posible influencia en la estructura poblacional y densidad demográfica. También es importante resaltar que, según estudios como el de Quezada (2018) y Cortés et al. (2020), la mayoría de los migrantes durante las décadas de 1990, 2000 y 2010 eran varones solteros en su etapa más productiva, es decir, entre los 20 y 29 años de edad.
Alfajayucan cuenta con 68 localidades. En la zona es importante la presencia de población indígena ya que uno de cada cinco es hablante de lengua indígena, y el otomí es la predominante (INEGI, 2021). Su población económicamente activa (PEA) en 2020 era de 9 859 personas, que representaban 51.4% de la población municipal; los hombres son 57.3% de la PEA ocupada y las mujeres 42.6%; no obstante, la tasa de participación económica de los varones era notoriamente mayor que la de las mujeres (INEGI, 2021). En 2020, de la PEA ocupada, 36.6% se empleaba en la agricultura, la ganadería, el aprovechamiento forestal, pesca y caza; 26.3% en servicios de transporte, comunicación, profesionales, financieros, sociales, de gobierno y otros, y 14.37% en el comercio (INEGI, 2021).
Las cifras de pobreza y pobreza extrema del municipio de Alfajayucan en 2015 superaban los promedios estatales respectivos, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). En dicho año, 61.9% de su población se encontraba en pobreza, y 15% en pobreza extrema, mientras que en 2016, 50.6% de la población hidalguense se hallaba en pobreza y 8% en pobreza extrema (Coneval, 2020). Sin embargo, la situación se había modificado en 2020, año en que se redujo la población del municipio en pobreza al 48.6%, aunque permanecen en situación de vulnerabilidad gran parte de los alfajayuquenses, lo cual es inquietante. Las mayores carencias son: seguridad social, con 84.1% de la población; acceso a la alimentación, que no es suficiente para el 45.1%; acceso a servicios básicos en la vivienda, con un déficit del33.7% de los hogares, y acceso a los servicios de salud, de los que carece 32.3% de la población (Coneval, 2020). En suma, el Coneval estimó que 95.8% de los habitantes de Alfajayucan vivían con al menos una y alrededor del 37% con tres o más carencias sociales (Coneval, 2020).
En educación también es complicado el panorama de Alfajayucan. En 2020, la tasa de analfabetismo era 8.38%, de la cual 62.3% eran mujeres y 37.7% hombres (INEGI, 2021). Esto muestra una desigualdad de género que en mayor medida a las mujeres, pues limita sus posibilidades de desarrollo personal y profesional, así como su independencia económica. En cuanto a grados académicos, 40.5% de la población estudió hasta la secundaria, 28.6% sólo la primaria y únicamente 19.2% había llegado a la educación media superior (INEGI, 2021).
Lo anterior es el contexto que muestra las limitaciones que enfrentan para construir su propia dinámica de desarrollo mujeres y hombres alfajayuquenses en sus acciones cotidianas. De igual manera, es un primer acercamiento a la situación específica que viven las mujeres y para entender por qué la cooperativa Camaleonas representa una alternativa para la economía local. Como ya se mencionó, la alta marginación tiene efectos en la organización comunitaria y en la migración, que modifica la distribución de mujeres y hombres. Ellos salen del municipio a buscar empleo, mientras que ellas se ven en la necesidad de generar opciones de subsistencia compatibles con su modo de entender el mundo, según la cultural local, la historia regional y los recursos de su territorio.
En el caso de las Camaleonas se observa una dislocación con respecto a la cultura patriarcal imperante, que establece labores por género. Ellas utilizan su liderazgo para promover un sistema productivo local que les permite obtener recursos económicos a corto plazo y reproducir sus condiciones sociales y culturales en la comunidad para sostenerse.
Este artículo está divido en cinco apartados: la presente introducción, luego un espacio para reflexionar acerca de la organización como base de la acción local-global en la investigación social; posteriormente se presenta el caso de la cooperativa desde la perspectiva del ecofeminismo, para luego mostrar el análisis en específico de las Camaleonas, y al final se encuentran las conclusiones.
La organización comunitaria: entre lo local y lo global
El auge de las cooperativas como estrategia de organización económica se remonta a la primera mitad del siglo XIX. Llegó junto con el auge de las resistencias obrero-patronales y la ideología socialista o comunista que se gestó en Occidente y tuvo eco en América Latina desde la primera mitad del siglo XX. Una de las figuras más importantes para México fue el modelo de cooperativas, que influyó en el pensamiento social desde antes y siguió influyendo después de la revolución. Por su cercanía con los sectores sociales, fue cooptado años después por el poder estatal, y se volvió clave para la estructura política partidista que aún existe en nuestro país (Mogrovejo et al., 2012).
Empero, esta modalidad de organización económica tuvo diversos cambios relacionados con varios factores -entre ellos la reforma agraria en cuanto a la tenencia de la tierra y el modo de aprovecharla de acuerdo con la ley- y las privatizaciones en sectores estratégicos. Tales cambios debilitaron en el fondo la capacidad de competir en un mercado que privilegió las figuras de organización económica afines a los intereses del Estado capitalista (Coque, 2002).
La figura de la cooperativa representó un sistema que propugnó por ser una alternativa al libre mercado y las ideas de expansión del capital: la acumulación de riqueza y la extracción de recursos naturales esenciales para la subsistencia de la política capitalista y militar de la época colonial (Canterbury, 2018). Las dos modalidades que adquirió el cooperativismo fueron la del sector financiero y la relacionada con las actividades económicas del sector primario (Coque, 2002). Estas últimas históricamente han estado más arraigadas en la población y se relacionan con los modos de producción y de relacionarse con los recursos del territorio.
Sin embargo, el auge de esta forma de organización fue disminuyendo conforme la historia se inclinaba por el desarrollo de las múltiples facetas del capitalismo en la vida global y regional. El impacto del sistema capitalista en la vida diaria conforma los sistemas productivos desde adentro, y da lugar a una cultura globalizante que trastoca lo local y promueve el consumo y el hiperindividualismo (Giddens, 1995; Beck, 1998).
De esta manera, lo local se ha caracterizado por su hibridación con lo global. Es en cierta medida un modo de ver las relaciones sociales y económicas que se fraguan gracias a las condiciones externas y los movimientos sociales contemporáneos (Buhari, 2021). Lo local evoca lo singular y un proceso de resistencia al proyecto homogeneizante de la historia capitalista, de la modernidad. Estas resistencias constituyen espacios alternativos, alejados de los concebidos por la historia y el pensamiento occidental (Dussel, 2015). La ruralidad de nuestro país, en tanto espacialidad alternativa del mundo no occidental, se ha adaptado y ha conjuntado saberes y modos de hacer reminiscentes la memoria indígena y la historia poscolonial, los cuales imbrican relaciones y estructuras de poder que oscilan entre lo social y lo tradicional, independientemente de su cercanía o lejanía de las grandes ciudades (Carmona y Tetreault, 2020).
Según Tönnies (1947), hay dos grandes sistemas sociales que identifican a la época moderna: el de la sociedad, producto de la racionalidad moderna de estructurar lo social a partir de la ciudad y el Estado, y el de la comunidad, compuesto por las sociedades tradicionales, que tienen lazos sociales más fuertes y dinámicas de integración moldeadas por las costumbres. Los tres criterios con que se integran este segundo tipo de sociedades son la vecindad, el parentesco y la amistad; a partir de ellos, los territorios de las sociedades comunitarias generan un modo de vida alrededor del campo y la casa (Tönnies, 1947).
En consecuencia, la organización de las actividades económicas gira en torno a este ámbito estrictamente doméstico, en el que se diferencia lo de adentro de lo de afuera. En lo primero está el territorio, propio del ámbito doméstico y la idea de casa, por lo que estructuras urbanas y ciudades son ajenas a este modo de ver el mundo (Tönnies, 1947).
Por lo tanto, la figura de la cooperativa implicó una clara distinción de lo que la empresa capitalista plantea como modo de relacionarse con el exterior; en contraste con el proyecto localista, que implica una visión de comunidad en la cual se prefiere la cercanía con la naturaleza, su cuidado y la relación con sus habitantes, así como sus lazos de vecindad y el papel que desempeñan como organización de mujeres en una economía que, aunque es cada vez más compleja, encuentra en este tipo de acciones espacios de resistencia cultural que invitan a repensar cuál es el papel de estas comunidades en el proceso de desarrollo regional y local.
Ecofeminismo para la supervivencia desde lo local
El ecofeminismo es una corriente de pensamiento que conjunta el ecologismo y el feminismo, según la reconstrucción histórica que Alicia Puleo hace del término. Éste fue utilizado por primera vez en 1974 por Françoise d’Eaubonne para criticar la forma de producción capitalista y poner énfasis en la liberación de la mujer con una doble visión: el bien común y la dignidad individual femenina. Ella sentenció que el descubrimiento de la función procreadora de la mujer en el imaginario prehistórico la convirtió en un simple terreno que se puede poseer y fecundar: «Ya no será una criatura sagrada que por su contacto con lo divino hace posible el nacimiento de la nueva generación, sino un simple objeto de apropiación. Este proceso coincidiría con el inicio de la ganadería y la desaparición de una estructura de clanes que permitía a las mujeres poseer y gestionar los cultivos» (Puleo, 2011: 35-36).
De esta forma, d’Eaubonne enfatizó que la fertilidad y la fecundidad se convirtieron en capacidades manejadas por los hombres, constituyendo así sociedades patriarcales que excluyeron a las mujeres de las instancias de decisión. Para este artículo es importante recuperar del pensamiento de d’Eaubonne su hipótesis de que las anteriores acciones trajeron como consecuencia un desequilibrio de poder entre hombres y mujeres que, a su vez, condujo a la crisis ecológica actual. Por eso ella abogaba por una especie de matriarcado en que la mujer estuviera de nuevo en el centro de la organización social, con un poder equitativo entre sexos.
Años más tarde, María Mies y Vandana Shiva fortalecerían estas ideas y convertirían el ecofeminismo en un movimiento social reiterando que la subordinación de las mujeres a los hombres y la explotación de la naturaleza son dos caras de la misma moneda. En consecuencia, ambas autoras proponen «una mirada diferente sobre la realidad cotidiana y la política, dando valor a elementos, prácticas y sujetos que han sido designados por el pensamiento hegemónico como subalternos, y que han sido invisibilizados» (Herrero, 2014).
Shiva puntualiza que cuando los recursos naturales utilizados por las mujeres como fuente de subsistencia y medio de vida fueron desviados hacia la economía de mercado se generó una situación de escasez desde la perspectiva de la estabilidad ecológica y creó nuevas formas de pobreza que impactaron especialmente a mujeres, niñas y niños. En consecuencia, no se puede generar un desarrollo sostenible sin justicia medioambiental, y ésta, a su vez, implica que exista justicia entre los sexos y las generaciones (Shiva, 2014a).
Shiva (2014b) también subraya que la diversidad es un principio que da forma al trabajo y los conocimientos de las mujeres. En este sentido, la diversidad es fundamental para frenar el deterioro ambiental y la destrucción de la biodiversidad, por lo que ellas son las que deben estar al frente de la producción; especialmente en actividades primarias, su trabajo debe ser reconocido y sus saberes revalorados.
En suma, Mies y Shiva (2014) destacan que el ecofeminismo propugna por:
…una nueva cosmología y una nueva antropología que reconozcan que la vida en la naturaleza (que incluye a los seres humanos) se mantiene por medio de la cooperación, el cuidado mutuo y el amor. Sólo así podremos llegar a ser capaces de respetar y preservar la diversidad de todas las formas de vida, incluidas sus expresiones culturales, como verdaderas fuentes de nuestro bienestar y nuestra felicidad (p. 49).
Sin embargo, cabe puntualizar desde este momento que, como apuntan las autoras, la visión ecofeminista va más allá de lo teórico y lo crítico, pues mantiene conocimientos y prácticas ancestrales que las mujeres incorporan en su lucha por apropiarse de los medios de producción, sin necesariamente considerarse afines al ecofeminismo.
Por otra parte, la postura teórica del desarrollo local complementa el análisis propuesto ya que esta visión incorpora entre sus premisas diversas dimensiones de desarrollo; como la del desarrollo sostenible, basado en no comprometer el futuro de las siguientes generaciones, hacer un uso responsable de los recursos naturales y preservar el medioambiente. En estas corrientes alternativas a la visión hegemónica del desarrollo capitalista también aparece el etnodesarrollo, que incluye los aspectos cultural y étnico entre las variables significativas y determinantes en la estrategia del desarrollo, y revaloriza la importancia de las políticas microeconómicas, con la toma de decisiones a nivel local, pero integradas al ámbito supranacional, así como la descentralización, en que la comunidad participa activamente (Barroso, 2010).
Barroso (2010) recupera la definición de Vázquez (1988), quien piensa el desarrollo local como un proceso de crecimiento económico y cambio estructural que conduce a un mejor nivel de vida de la población, en que se pueden identificar al menos dos dimensiones: una económica, en que empresarios locales usan su capacidad para organizar los factores productivos con niveles de productividad suficientes para ser competitivos en los mercados; y otra sociocultural, en que los valores y las instituciones locales sirven de base al proceso de desarrollo. A estas dimensiones la autora añade una tercera, la político-administrativa, en que las políticas territoriales permiten crear un entorno económico favorable, protegerlo de interferencias externas e impulsar el potencial local (Barroso, 2010).
Para complementar las ideas de Vázquez (1988) y de Barroso (2010) y mostrar la complejidad que implica el desarrollo local, se retoma la conceptualización de Di Pietro Paolo, en la que dice que es:
…un proceso humano (centrado en el progreso material y espiritual de la persona y comunidad); que se despliega en un espacio delimitado que es la unidad de intervención; es multidimensional ya que abarca las distintas esferas de una comunidad, municipio o región; es integrado, puesto que articula políticas y programas desde una unidad territorial; supone la cooperación de distintos actores y la conciliación de intereses sectoriales; se prolonga en el tiempo (es sustentable) a partir de movilizar los recursos locales; se institucionaliza, es decir, establece reglas de juego, normas, políticas, organizaciones y patrones locales; es participativo ya que intervienen activamente agentes públicos, organizaciones intermedias y de base y empresas; es fruto de una mirada estratégica, es decir que es planificado (se definen procedimientos, metas y objetivos); se estructura contemplando las identidades diversas de la comunidad; es innovador en cuanto al modelo de gestión, de fomento productivo y de participación social (2001: 22).
Como se observa, el ecofeminismo y el desarrollo local están estrechamente relacionados. A pesar de ello, la importancia de considerar el ecofeminismo como pauta predominante de este análisis responde a la importancia de revalorizar el papel de la mujer en los procesos de producción, su contacto con el medio natural y la necesidad de cambiar el modelo económico capitalista por el propuesto por las autoras ecofeministas, en el que la mujer tenga igual poder de decisión que el hombre y el desarrollo económico vaya más allá de los indicadores macroeconómicos y mejore realmente la calidad de vida de todos. De tal forma que, en este artículo, se apuesta porque el ecofeminismo sea generador de desarrollo local con mayor potencial y aplicabilidad en contextos como los del Valle del Mezquital hidalguense que otras posturas derivadas de la idea del desarrollo desde abajo.
El caso de la cooperativa Camaleonas
Esta sección detalla parte de la historia de la organización, así como sus actividades productivas y forma de trabajo. La investigación de campo fue realizada con un enfoque cualitativo porque permite conocer a mayor profundidad las relaciones que se entretejen entre los sujetos, de modo tal que hay un mayor acercamiento en el que se mueven emociones y afectos (Ríos, 2010). Por ello se llevaron a cabo entrevistas semiestructuradas con las integrantes del colectivo, con la finalidad de que todas participaran en la reconstrucción de su historia, contaran sus experiencias, dieran sus puntos de vista y no hubiera discrepancias en fechas u otros datos importantes. En la dinámica de las entrevistas se desarrolló una acción participativa ya que, como lo menciona Gabriela Delgado (2010), permite tomar en cuenta la categoría de género en relación con otras categorías de análisis, así como articular la experiencia de las mujeres en la comunidad desde esta perspectiva.
La metodología cualitativa fue fundamental en este trabajo porque permitió encontrar regularidades en los patrones individuales, colectivos e históricos de la población estudiada (Delgado, 2010); esto, visto desde el ecofeminismo, permitió establecer puntos de partida para transformar tanto instrumentos como interpretaciones del desarrollo local.
El auge de la siembra y venta de cactáceas y suculentas en México, giro en el que se enfoca la cooperativa Camaleonas, es relativamente nuevo. Alrededor de cinco o siete años antes de eso era una actividad que no se consideraba rentable, pues la demanda de estas plantas era casi nula, en buena medida porque son parte de los paisajes naturales de diversas partes del país y no se consideraban ornamentales o que tuvieran algún valor histórico o cultural. Sin embargo, la historia de las Camaleonas inició un poco antes del despegue de este sector. En 2013, dos jóvenes mujeres indígenas originarias de la comunidad de Los Ángeles, municipio de Alfajayucan, decidieron construir unos viveros para reproducir y vender cactus y suculentas. Laura Virgilio, quien además de ser la actual lideresa es una de las mujeres que iniciaron esta idea, cuenta que en un incio, cuando comentaban su proyecto en la comunidad se reían de ellas y no creían que fuera una actividad rentable, razón por la cual en un principio fue complicado hacerse de más integrantes.
Los cactus y las suculentas no se valoraban, por lo que las personas no cuidaban su reproducción e incluso llegaban a verlas como estorbos y las quitaban de sus tierras. Es importante recordar que en esta zona el cultivo de maíz, frijol, alfalfa y chile seco acapara la mayor parte de los terrenos destinados a la producción agrícola, ya que es de lo poco que se puede producir con las condiciones climáticas y la poca disponibilidad de agua de la región, por lo que muchas tierras son deforestadas y ocupadas en esta actividad, y las que no, simplemente son abandonadas.
Al ver el rechazo de sus vecinos, Laura y su socia decidieron enfocarse en reclutar mujeres jóvenes de un rango de edad parecido al suyo (18-22 años), aunque tampoco se cerraron a invitar a mujeres fuera de ese rango, pues gracias a una mujer adulta mayor que creyó en ellas consiguieron el terreno para construir los viveros. En su primera etapa, la cooperativa quedó conformada por ocho mujeres.
La entonces Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) las apoyó con tres entregas de recursos económicos, con los que construyeron tres viveros y habilitaron el terreno con todo lo necesario para llevar a cabo el proceso de producción. Además, recibieron capacitación en mercadotecnia, proyectos productivos y cultivo y cuidado de cactáceas y suculentas, pues desconocían por completo cómo era su reproducción. Algunas capacitaciones les fueron otorgadas por personal de la cdi y otras por instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Aunque desde el inicio tuvieron éxito, ya que su producto era muy demandado en las ferias y muestras a las que asistían, Laura relató que pasaron por momentos complicados, como disgustos en el equipo que causaron la salida de una de sus integrante. A esto se sumó el fallecimiento de la socia de mayor edad, que mermó su trabajo; pero el ahora grupo de seis integrantes ha salido adelante. Actualmente, reconocen que los momentos difíciles las ayudaron a madurar como equipo, adquirir experiencia y saber qué cosas les funcionan y cuáles no.
En los últimos cuatro años han conformado un sólido equipo de trabajo que distribuye uniformemente sus labores, responsabilidades y ganancias. Todas participan por igual y obtienen los mismos beneficios; sin embargo, también potencian las habilidades particulares de cada una; algunas se especializan en el cuidado y la reproducción de las especies en los viveros, otras en las ventas en ferias y exposiciones, unas más en atender al público por medio de redes sociales y otras en talleres de promoción y concientización. Hasta antes de la contingencia sanitaria por covid-19, las Camaleonas tenían una estrategia definida de venta en eventos, ferias y exposiciones, tanto en el estado de Hidalgo como en diversos puntos de México; de igual manera, visitaban centros educativos para dar talleres y conferencias sobre la preservación y el cultivo de estos tipos de plantas, y periódicamente organizaban eventos en sus instalaciones, donde ofrecían recorridos, cursos y daban a conocer los demás productos y las artesanías que se elaboran en la comunidad.
No obstante, la pandemia significó un gran reto, pues al cesar los eventos se vieron en la necesidad de buscar alternativas de promoción y venta; como muchos comercios, encontraron la solución en las redes sociales y la comunicación a distancia. Gracias a la incorporación de practicantes por medio del programa gubernamental Jóvenes Construyendo el Futuro, las seis integrantes de la cooperativa incursionaron en los medios digitales, crearon contenido para sus redes sociales, realizaron pedidos y cotizaciones por mensajería instantánea y envíos por paquetería. Asimismo, mudaron las conferencias presenciales a plataformas de videoconferencias, con un buen resultado.
Laura explicó que aun cuando las integrantes de Camaleonas son mujeres jóvenes que de alguna manera conocían todos estos medios digitales, fue complicado adaptarse a la nueva realidad, pues su comunidad presenta importantes rezagos en recursos tan esenciales como la conexión a internet. Pese a ello, lograron adaptarse y explotar los beneficios de la comunicación a distancia, que permite mayor difusión y promoción de su labor.
El cambio durante los últimos años ha sido tal, que ahora su plan es continuar presentes en redes sociales para atraer a sus viveros a más visitantes y con ello incentivar los eventos en la comunidad, ya que el beneficio no es sólo para ellas, sino también para otros habitantes del lugar. Además, el regreso a clases presenciales les dio la oportunidad de buscar nuevas instituciones aliadas para volver a impartir talleres en centros educativos, pues según Laura es una de las actividades que mayores satisfacciones personales les dan, ya que ayuda a concientizar a las nuevas generaciones sobre la importancia ambiental y cultural de preservar cactus y suculentas.
Aunque ninguna mujer de este grupo se considera feminista o afín a las posturas del ecofeminismo, en la estructura y el funcionamiento de la cooperativa se reconocen rasgos ecofeministas. El principal es la participación de la mujer no sólo en número, sino también en la toma de decisiones; en la apropiación de la organización, el proceso productivo, el conocimiento, las técnicas y el cuidado del medioambiente.
Respecto a la relación entre la mujer y la naturaleza, se busca no caer en ideas esencialistas acerca de poseer mayor conexión con lo natural por su sexo o su esencia femenina. Por el contrario, se destaca que en el caso estudiado hay un cambio en la dinámica de la relación con el medioambiente y su aprovechamiento incentivado por mujeres. Prueba de ello es que Laura al inicio no tenían mucho conocimiento sobre reproducir y cuidar cactus y suculentas; fue con la unión de su conocimiento ancestral y el científico que aprendieron de personas externas y lo que les permitió desarrollar una visión integral que ahora buscan difundir tanto en la comunidad como fuera de ella, para concientizar sobre la importancia del cuidado y la preservación de estas plantas. En este sentido, se percibe que los recursos naturales requeridos para desarrollar su proceso de cultivo no están subordinados a intereses económicos capitalistas de explotación desmedida, sino que se apuesta por su aprovechamiento sostenible; de igual forma, al ser mujeres quienes están al frente, hay una modificación de los papeles tradicionales de división del trabajo sin estar subordinadas a los varones. También es importante destacar que cuando alguna planta no crece en condiciones para su venta no se desecha, sino que se deja plantada en los jardines de los viveros o los alrededores de la comunidad para que continúe su crecimiento y reproducción.
El ecofeminismo postula que no basta incrementar la participación política de las mujeres en las estructuras sociales y económicas existentes, sino que es necesario cambiarlas (Bhattar, 2001). En Camaleonas se visualiza dicha transformación, las mujeres son quienes participan como agentes de cambio en su comunidad; como señala Vázquez (2001), ellas dejaron de ser beneficiarias pasivas de los programas de desarrollo y ahora lo impulsan mediante su propio emprendimiento. A ello se suma que a raíz del surgimiento y la consolidación de Camaleonas se dio paso al propio desarrollo local; por ejemplo, más habitantes de Los Ángeles se acercaron a la cdi para solicitar apoyo en infraestructura para explotar un pozo de agua con el que pudieron abastecerse todo el año, ya que antes sólo tenían agua durante seis meses y el resto del año debían contratar pipas.
Al ver el éxito de la cooperativa, más personas dentro y fuera de la comunidad decidieron emprender sus propios proyectos de siembra de ajo, cebolla, cactus y suculentas. Además, con los eventos que organizan las Camaleonas, otros pequeños productores locales encontraron un nuevo espacio para vender pulque, gastronomía de la región y artesanías. En este sentido, es muy importante el encadenamiento que han logrado dentro y fuera del municipio teniendo como ancla el proyecto de las Camaleonas, ya que a partir de él se conformaron una serie de productos turísticos que benefician económicamente a más población.
El caso de las Camaleonas presenta múltiples características que abarcan los ámbitos económico, social, cultural y medioambiental, trabajo en conjunto con los habitantes de la comunidad y el municipio, así como con instituciones de los tres niveles de gobierno, empresarios, productores de la región del Valle del Mezquital y académicos de la UNAM. En dicha colaboración con cada sector concilian sus intereses particulares para beneficio mutuo.
Otro aspecto igual de importante que aparece en el estudio de caso es el «espíritu empresarial y de aventura» (Barroso, 2010: 46), que fue el que incentivó a las dos primeras jóvenes a emprender este proyecto y a su vez impactó en otros pobladores de Los Ángeles, que también lograron crear sus propios proyectos productivos. De igual manera, en este caso aparece la tecnología como factor determinante para el desarrollo de la sociedad, que puede observarse desde el proceso de cultivo de cactus y suculentas por medio de injertos o en la utilización de macetas de plástico reciclado hasta la forma de venta, promoción y comunicación con el exterior empleando plataformas digitales. Esto reafirma lo dicho por las corrientes institucionalista y estructuralista, que sostienen que la tecnología es una de las bases del desarrollo del territorio (Barroso, 2010).
Conclusiones
Es preciso pensar, a partir del caso de las Camaleonas, qué tanto la reconfiguración de las labores productivas entre géneros tiene que ver con la experiencia local de la cultura global del capitalismo, y si su emprendimiento efectivamente resiste a las dinámicas propias de los territorios rurales indígenas o, por el contrario, busca integrarse al profundo proceso de expansión capitalista. A pesar de esto, para las integrantes de la cooperativa su labor se ha convertido en un factor fundamental para la transformación cultural y económica de sus espacios, pues cambia también la manera como se perciben y relacionan hombres y mujeres.
El caso de estudio de la cooperativa Camaleonas es un ejemplo de cómo generar desarrollo económico local desde adentro del territorio y con una concepción diferente en cuanto a la relación sociedad-medioambiente, y en especial de las mujeres con el medio natural. Este grupo ha demostrado que aun en los territorios que al parecer no tienen ninguna ventaja competitiva en el mercado global pueden crearse proyectos que generen un desarrollo sostenido, en el cual ellas y su lucha por la igualdad son las protagonistas. Las Camaleonas muestran que lo económico debe ir con el desarrollo social, al crear lazos de confianza, colaboración y apoyo en la comunidad; con lo cultural, al revalorizar su identidad indígena y el amor por su tierra, y con lo sostenible, al promover el cuidado y la preservación del medioambiente natural.
Dicha cuestión multidimensional es fundamental para el desarrollo local. Cabe destacar que no está peleado con lo global pues, aunque las iniciativas nazcan desde abajo, cobran sentido al vincularse con la dinámica global, ya que es en este espacio donde existen mayores oportunidades de actualización, venta y vinculación. En este contexto, las Camaleonas son ejemplo de que, gracias a las redes globales de tecnología y comunicación, desde una pequeña comunidad enclavada en el Valle del Mezquital hidalguense se puede llegar a cualquier parte del país e incluso el extranjero.
El hecho de resaltar su historia es relevante, ya que puede servir de ejemplo para que en más comunidades hombres y mujeres decidan crear proyectos participativos, integrales y sostenibles adaptándose a sus realidades, conocimientos, cultura y disponibilidad de recursos económicos, humanos y materiales. En este contexto, la incorporación de la postura ecofeminista ofrece diversas ventajas, como incrementar el bienestar social, promover el aprovechamiento adecuado de los recursos existentes e incentivar la creación de puestos de trabajo autóctonos; resistiendo así las dinámicas del desplazamiento de sus habitantes hacia otros lugares y propiciando la participación de toda la comunidad.
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Testimonio recuperado el 1 de mayo del 2021 de una habitante de la comunidad de Los Ángeles, dedicada a la producción de pulque y el cultivo de frijol y maíz.
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Barroso, M. (2010). La teoría del desarrollo local. En Barroso, M. y Flores, D. (coords.), Teoría y estrategias de desarrollo local (pp. 41-74). Sevilla: Universidad Internacional de Andalucía. https://dspace.unia.es/bitstream/handle/10334/3817/2010_desarrollolocal.pdf
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Beck, U. (1998). La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Barcelona: Paidós.
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Bhattar, G. (2001). Of geese and ganders: mainstreaming gender in the context of sustainable human development. Journal of Gender Studies, 10(1), 17-32.
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- » Recibido: 01/08/2023
- » Aceptado: 13/09/2023
- » : 15/05/2024» : 2024Jan-Jun