Este libro, publicado en mayo de este año por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), es una reflexión muy valiosa sobre los problemas y retos que enfrentan los países de renta media de la región en materia de bienestar social. Su autor, Carlos Barba, distingue rasgos que les son comunes y otros particulares, y conversa teórica y empíricamente con otras obras publicadas por este órgano de cooperación e integración regional de la Organización de las Naciones Unidas.

Carlos Barba introduce nuevas dimensiones analíticas que son resultado de sus propias contribuciones al campo de estudio de los regímenes de bienestar latinoamericanos y hace una actualización que incluye un amplio conjunto de datos que permiten observar los principales impactos que tuvo la pandemia de covid-19 en México, en comparación con los que sufrieron Argentina, Costa Rica y Panamá.

Al recorrer la línea de tiempo hacia atrás en el repositorio de la CEPAL, encontramos que en 2012 se publicó el libro Los países de renta media. Un nuevo enfoque basado en brechas estructurales, y desde entonces otros textos han aportado a la construcción de un marco teórico-conceptual y hecho propuestas metodológicas, diagnósticos y análisis en diferentes escalas que amplían los alcances de esta mirada, que revela la composición y el tamaño de las brechas estructurales de bienestar y los factores que las determinan en América Latina.

En la colección La Hora de la Igualdad, de la CEPAL, también se abordan las brechas que es necesario cerrar para alcanzar la igualdad como objetivo central. Entre sus publicaciones se encuentran El enfoque de brechas estructurales de desarrollo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible aplicado al análisis de las provincias argentinas: documento metodológico (2016) y Brechas, ejes y desafíos en el vínculo entre lo social y lo productivo (2017).

En este contexto, la CEPAL ha desempeñado un papel fundamental en la comprensión de los rasgos estructurales que comparte América Latina, y al mismo tiempo ha revelado, con sus comparaciones de países, heterogeneidades muy valiosas para reconocer factores explicativos referentes a procesos históricos que marcan trayectorias distintas entre ellos y ayudan a valorar con mayor precisión los desafíos de la región en términos generales, de distintos grupos de países o en particular de cada uno de ellos, atendiendo los respectivos contextos nacionales.

En su libro, Carlos Barba sigue el hilo conductor de las brechas estructurales; lo extiende, lo enriquece y añade nuevas capas al análisis que ha desarrollado durante años para construir una tipología de regímenes de bienestar en América Latina.

El libro se divide en seis capítulos. En el primero de ellos plantea los antecedentes del enfoque de brechas estructurales en comparación con las mediciones de la pobreza y la desigualdad y distingue las brechas estructurales horizontales de las verticales -esta es su aportación como marco analítico de las restricciones al desarrollo-, identifica los factores que las determinan e introduce aspectos críticos sobre la ruralidad y elementos teóricos relacionados con las nuevas ruralidades.

Explica en las primeras páginas que el enfoque de las brechas de bienestar se refiere «a la distancia que existe entre los ingresos promedio por habitante de un país y su nivel de acceso y garantía de derechos sociales fundamentales» (p. 17). El objetivo central de su trabajo es estudiar los obstáculos persistentes que impiden el bienestar, entendido como la capacidad que una sociedad desarrolla, en distintos grados, para hacer frente y gestionar una estructura de riesgos sociales. Las brechas se producen entre hombres y mujeres, poblaciones rurales y urbanas, pueblos indígenas y no indígenas, así como entre quienes nacen en un contexto de clase que ofrece oportunidades de acceder a empleos de calidad y condiciones de bienestar económico y social y los atrapados en círculos de pobreza y desigualdad.

El segundo capítulo está dedicado al marco metodológico del estudio, que parte de los contextos dados por los regímenes de bienestar y los diferentes tipos de capitalismos, sus trayectorias históricas y transformaciones y el impacto del covid-19. El autor refiere que se trata de una crisis de bienestar social «en donde ninguno de los pilares del bienestar (Estado, mercado, familia, comunidades u organizaciones internacionales) ha sido capaz de compensar las fallas de los otros, lo que es particularmente claro en tres ámbitos: el económico, el de la salud y el laboral» (p. 59).

El telón de fondo que compara dos tipos de regímenes de bienestar -universalistas y duales- brinda la oportunidad de revisar sus brechas estructurales a la luz de sus características. En este caso se comparan dos países con regímenes de bienestar universalistas, Argentina y Costa Rica, con dos duales, México y Panamá.

En el texto se detallan las características que diferencian a estos dos tipos de regímenes en cuanto a sus contextos históricos en lo relacionado con la velocidad de sus procesos de industrialización, presencia del empleo informal, grado de organización de los trabajadores, presencia de población indígena o afrodescendiente, configuración de los estados sociales en cuanto a la expansión y universalización de los derechos y el grado de inclusión de campesinos, trabajadores urbanos informales y pueblos indígenas o afrodescendientes, grupos que quedaron al margen de las principales instituciones.

En cuanto a la mayor presencia de población indígena o afrodescendiente en países con regímenes duales, se enfatiza el legado colonial que se mantiene activo, lo cual se traduce en una exclusión sistemática o una inclusión inferiorizante que se manifiesta en la calidad de su acceso a derechos y repercute claramente en brechas estructurales mucho más amplias que afectan más a las poblaciones indígenas y afrodescendientes que a la población no indígena o no afrodescendiente.

Aun en los regímenes duales, en este caso los de México y Panamá, el libro destaca algunas diferencias importantes. Mientras que en México hubo una rápida industrialización durante la etapa de sustitución de importaciones y estuvieron presentes poderosas organizaciones de trabajadores al servicio del Estado, Panamá experimentó una débil industrialización y la existencia de organizaciones de trabajadores que carecían de fuerza.

Es en este escenario donde cuatro países de renta media alta de América Latina, con un ingreso por habitante dentro de un rango que va de 4 096 a 12 695 dólares anuales, presentan comportamientos en sus brechas que revelan realidades sociales distintas en términos de desigualdad y nivel de pobreza, y se descubren cuellos de botella de diferente composición y en grado diverso.

Carlos Barba presenta en este mismo capítulo datos sobre el efecto de tales brechas durante las etapas más críticas de la pandemia de covid-19. Retoma el estudio de Yanes (2021) y otros de la CEPAL para la región en su conjunto, y en particular de los cuatro países que contrasta en su libro. Por ejemplo, los de afiliación de asalariados y no asalariados, población rural y urbana de México y situación de vulnerabilidad; de grupos más afectados, como mujeres, jóvenes, trabajadores informales o con menor escolaridad, así como de aspectos relativos a movilidad social, pobreza, pensiones, fiscalidad, vivienda, brecha digital y cuidados.

El tercer capítulo, en el que participa como coautor César Augusto Ricardi, presenta datos en torno a la evolución del producto interno bruto (pib) como parte de las trayectorias económicas y los crecimientos económicos, así como de brechas horizontales, distribución del ingreso, informalidad laboral, brechas salariales, protección social, fiscalidad, gasto social, educación -brechas educativas en preprimaria y educación superior-, pobreza y pobreza extrema, cuidados y brecha de cuidados. Entre 2008 y 2018 se observa que México presenta la carga en trabajo de cuidados más intensa y Panamá la más moderada, mientras que Argentina y Costa Rica se sitúan en un nivel intermedio.

En el cuarto capítulo se abordan la ruralidad y las nuevas ruralidades. De acuerdo con CEPAL (2020), en este caso se requiere la integración de elementos conceptuales relacionados con un sistema territorial complejo, diversificación productiva y funcional y la percepción de lo rural como un ámbito que genera oportunidades. Frente a esta perspectiva, el libro advierte que es necesario reflexionar sobre las nuevas desigualdades y los nuevos riesgos sociales y ambientales que conlleva la nueva ruralidad.

Del mismo modo, se cuestionan las limitaciones de la definición de ruralidad en México del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) y el Consejo Nacional de Población (Conapo) por tamaño de localidad, que resulta insuficiente para dar cuenta de las nuevas ruralidades. De ahí que el autor busque indagar sobre las brechas de bienestar, entre ellas la de los niveles de pobreza, con datos provenientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) para población indígena y no indígena entre 2008 y 2018 -que permiten observar que persisten las distancias-, así como en forma desagregada por carencias de acceso a seguridad social, servicios de salud, educación, alimentación, servicios básicos, calidad y espacios de la vivienda.

Al final de este capítulo se advierte que existen brechas emergentes vinculadas a las nuevas ruralidades surgidas del auge de la agroindustria y los efectos que derivan en nuevas desigualdades. Además, se analizan los indicadores de pobreza en los ámbitos rural y urbano y en la distribución de la población ocupada por tipo de inserción laboral.

Frente a estos indicadores, en el quinto capítulo se presenta el estudio de caso del enclave aguacatero michoacano mediante un acercamiento etnográfico que cuenta la historia del aumento en el número unidades económicas y de municipios que participan de esta agroindustria, de dinámicas territoriales que desdibujan las fronteras entre lo urbano y lo rural debido a una intensa interacción entre estos ámbitos, así como el impacto ambiental de estas dinámicas. El autor de este capítulo, José Luis Saldaña, señala que persiste la desigualdad salarial entre quienes laboran en las zonas más y las menos urbanizadas y hace un análisis con datos censales y otros recogidos en su trabajo de campo sobre el acceso a la salud, la alimentación sana y nutritiva y la vivienda. Resalta los costos sociales y ambientales ligados a esta agricultura, que causa enfermedades derivadas de la producción en un contexto de poco acceso a los servicios públicos de salud y de impactos ambientales como la erosión y el agotamiento del suelo y la contaminación de acuíferos, la proliferación de plagas y la reducción de la biodiversidad debido a la expansión de los monocultivos.

En el capítulo sexto se presentan las conclusiones, a las que se llega a partir de los distintos análisis de las brechas y trayectorias económicas y del bienestar, las inerciales y las surgidas en el contexto de la pandemia; las relacionadas con la ruralidad y la nueva ruralidad mexicanas, en la que el estudio de caso de la agroindustria del aguacate en Michoacán permite hacer una revisión en un territorio subnacional.

Finalmente, es importante destacar que si bien Carlos Barba identifica situaciones más críticas y retos mayores en México que en Argentina, Costa Rica y Panamá en cuanto a estancamiento económico, pobreza, pobreza extrema y desigualdad social, lo cual se observa particularmente para poblaciones rurales e indígenas, también comparte posibles rutas de transformación de las políticas económicas y sociales que parten del reconocimiento de la multiplicidad y complejidad de las brechas estructurales mexicanas.

Notas al pie:
  • *

    Carlos Barba, Las brechas estructurales de bienestar y la nueva ruralidad en México. Diagnóstico comparativo con tres países de América Latina, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Ciudad de México, 2023.

Referencias
Historial:
  • » Recibido: 21/08/2023
  • » Aceptado: 26/08/2023
  • » : 27/11/2023» : 2023Jul-Dec