Resumen

Reconocidos como una pequeña burguesía media, dinámica e industrializada que ha logrado incorporar los «nuevos» esquemas de producción y dejar de lado antiguas formas de trabajar la tierra como la mediería, los productores tabacaleros de Jujuy son parte de una estructura social que ha experimentado profundos cambios en los últimos años, sobre todo en lo que hace a la forma de producir y administrar las fincas tabacaleras. La hipótesis que se intenta probar sostiene que los productores que no han sido expulsados de la estructura social han transformado sus explotaciones en verdaderas empresas capitalistas, y experimentado en algunos casos un proceso de movilidad social ascendente, entendido como el desplazamiento de individuos de un nivel social más bajo (medieros o campesinos) a otro de nivel más alto (productores familiares capitalizados o empresarios).

Abstract

Recognized as a small, dynamic and industrialized middle-income group that has succeeded in adopting the “new” patterns of production and breaking with previous ways of working the land such as through sharecropping, the tobacco producers of Jujuy are part of a social structure that has undergone deep changes in recent years, especially in regard to ways of producing and managing tobacco farms. The hypothesis to be proved here is that producers who have not been expelled from the social structure have transformed their holdings into real capitalist enterprises, in some cases experiencing a process of upward social mobility, understood as the movement of individuals from a lower social level (sharecroppers or farmers) to one a higher stratum of society (capitalized family producers or employers).

Palabras Clave:
    • Complejo Agroindustrial tabacalero;
    • productores tabacaleros;
    • estructura social agraria;
    • movilidad social;
    • tabaco Virginia.
Keywords:
    • Agro-Industrial Tobacco Complex;
    • tobacco producers;
    • agrarian social structure;
    • social mobility;
    • Virginia tobacco.

Introducción

A diferencia de otras provincias productoras de tabaco de la Argentina, los productores «familiares» de Jujuy, aquellos que cuentan con una superficie promedio de 30 hectáreas, son un actor predominante en la estructura social agraria tabacalera. Reconocidos como una pequeña burguesía media, dinámica e industrializada que ha logrado incorporar los «nuevos» esquemas de producción, transformar sus explotaciones en verdaderas empresas, y dejar de lado antiguas formas de trabajar la tierra como la mediería, son parte de una estructura social que ha experimentado profundos cambios en los últimos años, sobre todo en lo que hace a la forma de producir y administrar las fincas.

En esta línea, sostenemos que la producción de tabaco Virginia en la provincia de Jujuy exige en la actualidad un uso profesionalizado de los recursos que intervienen en el proceso de producción. Esto implica, por ejemplo, una forma particular de hacer uso de la mano de obra asalariada, un encadenamiento y riguroso control de las distintas etapas del proceso, la búsqueda de producciones alternativas (dependiendo del estrato al que hagamos referencia), un uso y una forma particular de tenencia de la tierra (acorde al nivel tecnológico alcanzado por el productor) y la necesaria incorporación de «nuevas» tecnologías (estufas bulk curing y tractores) para alcanzar los estándares y las calidades exigidas por el mercado y los «núcleos» del Complejo Agroindustrial (CAI).

Ubicación de la provincia de Jujuy en Sudamérica

Fuente: Gran Atlas Universal, Salvat.

Es decir, que más allá de los recursos materiales (tierra y capital) que logren poner en movimiento los productores, que de por sí son indicadores específicos de movilidad social, debemos hablar también de otro indicador. En efecto, se debe tener en cuenta la forma de producción, una forma profesional que, más allá del capital y el estrato o clase social al que hagamos referencia, se debe poner en práctica si se desea lograr una determinada calidad de producto final.

En este sentido, podemos hablar de una movilidad social expresada de una forma más clásica, la que refiere a la acumulación de tierra, tecnología y capital (Marx, 1974; Kautsky, 1989; Chayanov, 1987) y otra movilidad que refiere a una manera de administrar esos recursos y de relacionarse con el proceso de producción. El uso profesionalizado de los recursos y el proceso de producción es, al mismo tiempo, un indicador de movilidad social ascendente, ya que este tipo de producción exigió dejar de lado antiguas formas, como la mediería y el trabajo familiar directo, y recurre a un creciente asesoramiento y una relación con técnicos y profesionales; pero especialmente porque despoja al productor del trabajo directo y se reserva para él la toma de las decisiones estratégicas.

En otras palabras, estamos en presencia de dos procesos de movilidad social, uno que refiere a la acumulación de medios de producción y otro que refiere a la forma, a un uso «profesionalizado» de los recursos.

La pregunta que nos formulamos es si los productores que obtienen tabaco bajo estas condiciones tienen un mismo origen social. Es decir, lo que se busca comprender es si en estos procesos de movilidad social ascendente podemos encontrar productores de diferentes estratos sociales (campesinos, familiares o empresariales). Pero, al mismo tiempo, si el uso profesional de los recursos es una característica común y si es viable hablar de movilidad social en este sentido.

Con este objetivo, analizamos y comparamos diferentes tipos de productores teniendo en cuenta para ello variables de inserción como tierra, capital y trabajo (Murmis, 1980). Pero también comparamos y tenemos en cuenta el origen social, la forma de entrada en la actividad y el lugar donde se encuentran en la actualidad.

Mediante entrevistas y testimonios de productores, hemos ilustrado el escenario tabacalero, identificando diferentes formas de entrada (origen familiar y los nuevos productores) y distintas trayectorias de vida experimentadas por los productores. Registramos testimonios de productores que han experimentado o conocido de cerca algún proceso de movilidad social ascendente y otros que señalan el fenómeno opuesto: la expulsión y el arrinconamiento de productores.

En este sentido, para los clásicos de la sociología (Marx, 1974; Kautsky, 1989; Chayanov, 1987) la desaparición y el arrinconamiento de los pequeños y medianos productores ante el avance del capitalismo y la concentración del capital en el agro sería el resultado esperable en muchos casos. Pero también habría productores que habrían logrado capitalizarse y ascender de estrato social. Es decir, serían dos procesos esperables en el medio rural: la asalarización o la capitalización de los actores sociales involucrados. Una estructura social con dos actores fundamentales, burgueses y proletarios, donde los campesinos o las pequeñas unidades de producción tienden a emigrar hacia uno u otro extremo o a quedar excluidos. Según los clásicos, las formas de producción que no se encuadren en estas dos categorías serán disueltas, readecuadas o subordinadas.

Ubicación del departamento El Carmen en la provincia de Jujuy

Fuente: Gran Atlas Universal, Salvat.

Siguiendo esta línea, sostenemos que los productores tabacaleros que no han sido expulsados de la estructura social se han transformado en empresarios capitalistas y han experimentado necesariamente un proceso de movilidad social ascendente, asociado con la reconversión tecnológica de sus fincas, el proceso de trabajo y la forma de relacionarse con él. Proceso que es entendido no sólo por la incorporación de bienes de capital y tecnologías modernas, sino también por el uso que se hace de los mismos en el proceso de producción. Un uso racional, planificado y capitalista de los recursos, muy diferente de la producción de tipo campesina, familiar o la mediería de la década de 1970.

Estado del conocimiento sobre el tema

Al analizar la estructura social agraria, y sin preguntarse directamente por la movilidad social como fenómeno en sí, los clásicos de la sociología (Marx, 1974; Kautsky, 1989; Chayanov, 1987; Lenin, 1957) advierten de las consecuencias que tiene sobre productores, campesinos, asalariados y terratenientes la concentración capitalista en el agro. La idea central es que la estructura social agraria tendería a una bipolaridad con dos actores sociales, burgueses y proletarios, en que los campesinos o las pequeñas unidades de producción tenderían a desaparecer. Es decir, que todas las formas de producción que no se encuadren en una de estas dos categorías serán disueltas o absorbidas por las otras.

Sin mencionar la movilidad social, estos análisis centran su mirada en los cambios que la estructura social agraria experimenta en torno a los procesos de concentración capitalista, elementos centrales de numerosas investigaciones (Bartra, 1974; Murmis, 1993; Cloquell, 1993; Balsa y Colombo, 2009). Todos estos autores coinciden en señalar que en la actualidad la relación que los productores mantienen con el proceso de producción plantea nuevos paradigmas y posibilidades, más allá de la desaparición en tanto clases sociales y de la cantidad de recursos materiales que pudieran controlar.

Por ejemplo, frente a la subordinación que generan los CAI sobre los productores rurales, es interesante señalar los análisis que realizan autores como Vigorito (1979), Murmis (1993), Teubal (2003), Giarracca y Teubal (2005) y Rossi y León (2008) al ejemplificar las transformaciones que genera la concentración capitalista en el agro. Sus miradas ilustran de alguna manera lo que pasa en la producción de tabaco jujeña, específicamente cuando mencionan cómo los pequeños y medianos productores mantienen un lugar de subordinación en la estructura productiva e incluso muchas veces son expulsados de ella. Pero, ante este escenario, señalan dos caminos posibles: o adquieren una clara conducta y un perfil empresariales o se reúnen en cooperativas y asociaciones de productores. Ambas dimensiones se hacen presentes en Jujuy y nos resultaron interesantes al analizar el funcionamiento y lo sucedido en el sector tabacalero (Re, 2013).

En línea con estas ideas, la Cooperativa de Tabacaleros de Jujuy Ltda. se ha transformado en un actor social con la capacidad de articular la relación entre los productores y la industria, y se ha constituido en el agente pagador (por medio de la Cámara de Productores) del Fondo Especial del Tabaco (FET) y transformado en un agente de financiamiento y crédito para los productores. Elementos centrales que les han permitido a los tabacaleros de Jujuy intervenir de distintas maneras en las políticas públicas y plantear sus reclamos frente al Estado. El papel de la Cooperativa y el desempeñado por el Estado, directa o indirectamente, han sido un factor importante para la generación en Jujuy de un estrato de productores profesionalizados, insertos en el CAI tabacalero jujeño y con el suficiente poder político y social como para «equilibrar» las relaciones de poder dentro de él.

Sostenemos que en este proceso de transformación se ha incorporado incluso a medieros y pequeños productores de tipo campesino, lo que ha hecho posible en muchos casos que acumulen el capital necesario para experimentar un proceso de movilidad social ascendente. Se debe tener en cuenta que esto no es un proceso lineal y directo. Los productores, más allá de su origen social, si participan en esta actividad deben reunir una serie de requisitos, ya que las exigencias de producción del tabaco Virginia los obligarían a adoptar una clara actitud empresaria (Re, 2013). La presencia, en los primeros momentos, de una gran disponibilidad de mano de obra familiar favoreció la incorporación de medieros y pequeños productores a este proceso, dado que el tabaco requiere casi un trabajador por hectárea.

En efecto, esto último es importante porque el accionar cooperativo y la intervención del Estado por sí solos no alcanzan para explicar lo sucedido, sino que los mismos productores han incorporado una forma «nueva» de producir y administrar los medios de producción. Forma profesional de producción que exige necesariamente un cambio, un salto hacia delante e ir dejando paulatinamente antiguas formas de administrar la tierra como la mediería y el trabajo familiar directo, la incorporación de nuevas tecnologías (estufas, agrotóxicos y maquinarias) y la incorporación de nuevas tierras (alquiladas o propias) al proceso de producción.

Al mismo tiempo, esto implicó necesariamente una mayor división interna del trabajo en la explotación, con una heterogeneidad de papeles que desempeñar, nuevas habilidades de gestión, distintas tareas y puestos de trabajo (asalariados), incorporación de producción alternativa, complejizar la tenencia de la tierra combinando arriendos y propiedad e incorporando diversos canales de comercialización (cooperativa e industrias)1 (Re, 2010).

En este sentido, la integración al CAI tabacalero y la incorporación de los «nuevos» patrones de producción ha generado dos procesos claramente definidos por los clásicos: la integración como pequeños productores (capitalización) pasando a conformar parte de alguno de los estratos que conforman la estructura social agraria más capitalizada o el desplazamiento a un lugar marginal y hasta la expulsión de la estructura social agraria de algunos productores.2

Estos no son más que pasajes de un estrato social a otro y representan, sin lugar a duda, un proceso de movilidad social ascendente o descendente. En uno se da un proceso de movilidad social ascendente y el pasaje a un estrato más alto; pero en el segundo se reproduce la lógica planteada de expulsión y pérdida de la condición de productor, una movilidad social descendente.3

Compartimos con Wright (1992) que las clases sociales son, en una sociedad capitalista, el elemento central que se debe tener en cuenta. Ellas organizan y señalan el funcionamiento de las relaciones sociales de producción. Este concepto central del marxismo está presente en otros planteos teóricos; como el funcionalista, donde el mercado es el punto de convergencia. Pero mientras que el modelo funcionalista ponía el énfasis en la movilidad como objeto de la investigación, la visión «crítica» se centró en la conformación de clases que son la base del conflicto social. Sin embargo, ambos enfoques confluyen en que la situación de clase brinda probabilidades típicas de existencia y destino personal sobre la base del poder y la magnitud de apropiación de recursos económicos escasos. Pero las posiciones en la estructura de clases quedarán definidas por la forma de inserción ocupacional y el control de los recursos económicos: capital, autoridad y conocimientos (ya sean competencias profesionales, credenciales técnicas u oficios manuales).

Como ya señalamos, el enfoque marxista hace énfasis en el concepto de explotación como la causa principal de la desigualdad de clases. En cambio, para la tradición funcionalista el centro se encuentra en las oportunidades, y está más ligada a los estudios de movilidad social intergeneracional. El enfoque teórico que proponemos se inscribe, entonces, dentro del amplio contexto de líneas de investigación desarrolladas por ambas corrientes.

En este sentido, serán las variables tierra, capital y trabajo las que definan la posición de los productores dentro de una categoría, pero el origen social y las vinculaciones que los actores mantienen con otros actores y entornos de su vida deben ser consideradas en este proceso de movilidad social ascendente.

Con este objetivo, en el próximo apartado ponemos de relieve una diversidad de caminos y trayectorias posibles, las que no son más que patrones propios de la movilidad social ascendente o descendente. Analizamos entrevistas y testimonios de productores que han experimentado un proceso de movilidad social, describimos las características de este proceso y las situamos en un contexto sociohistórico particular.

Principales hallazgos

Teniendo en cuenta una tipología4 de productores tabacaleros construida en otros trabajos de investigación (Re, 2013), en el Cuadro 1 se analizan y comparan diferentes tipos de productores y sus trayectorias. En él se puede ver, para cada productor entrevistado, el origen social, la procedencia o la forma de entrada en la actividad y el lugar donde se encuentra actualmente. También nos permite comparar las características particulares de administrar la explotación, la diversificación productiva y el tipo de tecnología que emplean.

Productores tabacaleros segun tipo de tecnologia empleada, origen social, forma de entrada en la actividad, punto de llegada y forma de administracion de la finca
Núm.+A3: C6 Tipo de productor según tipología y localización de la finca en Jujuy Origen social, familiar, procedencia o forma de entrada en la actividad Estadía actual o punto de llegada Características y forma de administración de la finca
1 Productor familiar capitalizado. El Carmen. Los primeros registros de la explotación datan de 1958. En ella trabajaba con el padre y los hermanos. En 2001, luego de fallecer el padre, comenzó en forma individual plantando unas cuatro hectáreas de tabaco, al año siguiente otras cuatro y luego ocho más. La finca produce actualmente unas 80 hectáreas de tabaco. Posee maquinarias, estufas y las instalaciones necesarias para el proceso de producción y preindustrialización. Trabajaba con los hijos (murieron en un accidente) en la administración y el control de la finca. Desde 2007 diversificó el tabaco con otras actividades, como la cría de chinchillas y un tambo caprino.
2 Productor familiar capitalizado. El Tipal. Se inició en la actividad por herencia familiar. Hijo de un gran productor tabacalero de la región con más de 45 años en la actividad. Su primer trabajo (todavía vigente) fue como vendedor de seguros. Luego «volvió» al campo y se dedicó a la producción de tabaco. Actualmente posee unas 400 hectáreas, pero según el capital disponible sólo destina 25 a la producción de tabaco. Cuenta con cuatro tractores, dos viejos, uno del año 1980 y otro de 1990. Posee estufas tradicionales adaptadas a gas y dos estufas bulk curing instaladas en 2009. Trabaja en la administración y el control de la finca. Diversifica con frutilla, zapallito, choclo y algo de verde para abono.
3 Campesino transicional. El Carmen. Origen asalariado. Se dedicaba a la zafra en la localidad de Ledesma con su familia en 1965. En 1980 su padre arrendó unas dos hectáreas de tabaco, con las que se comenzó a producir. Su primer trabajo fue de asalariado rural, rotando entre la zafra azucarera y la cosecha de tabaco. Luego paso a trabajar en la finca familiar. La finca posee unas diez hectáreas, de las cuales cinco le corresponden al productor. Las otras son repartidas entre el hermano y el padre. Tienen en conjunto nueve estufas, de las que solo una es bulk curing. Además cuentan con siete tractores de diferentes tamaños y anos, que van de 1974 a 1995. Trabaja en la administración y el control del proceso, a lo que se agregan una serie de tareas manuales, como preparar los plantines y la tierra. No diversifica con productos para la venta, pero si con algo para el autoconsumo (arveja, zapallito, etcétera).
4 Productor familiar. Puesto Viejo. Su padre se dedicaba a la producción tabacalera, plantando alrededor de unas 65 hectáreas. Trabajaba en ellas con sus hermanos y así adquirió el oficio. Nunca trabajo como mediero ni entregó tierras en arriendo. Si ha arrendado parcelas extras en algún momento. La finca heredada del padre fue fraccionada entre los hermanos. En la actualidad produce unas 15 hectáreas de tabaco. Cuenta con tres estufas convencionales a gas y una bulk curing. Y un tractor modelo 1980. Trabaja en la explotación con la familia (mujer e hijos) para preparar la tierra, los plantines y fumigar. Se encarga de la venta. Contrata asalariados transitorios para determinadas tareas (cosechar). Luego de algunos intentos fallidos, ha dejado de producir verduras y hortalizas. No diversifica.
5 Productor familiar capitalizado. Los Alisos y El Ceibal. Hijo de productor tabacalero. Su padre comenzó en la actividad en 1960. Heredo la propiedad de su padre en 1980. Debido a la baja rentabilidad y productividad de la tierra donde se encuentra la finca, ha bajado la producción a unas 30 hectáreas. Cuenta con 20 estufas convencionales a lena por la falta de gas y tres tractores modelo 1990. Se hace cargo de la administración y el comercio. Cuenta con un encargado que realiza las tareas vinculadas al control del personal. Combina la actividad con la forestación de eucaliptos y trabaja como geólogo.
6 Productor familiar capitalizado. El Carmen. Huérfano de padre, trabajaba de niño como lustrabotas. Desde los 12 años trabaja como asalariado rural. En 1980, a los 20 años de edad y en forma conjunta con un hermano, realizan un contrato de mediería con el patrón que los empleaba. Comienzan con unas 18 hectáreas y mantienen ese volumen de producción durante unos cinco años. Logran capitalizarse con la compra de maquinarias y un tractor. En 1985 se vende la finca y se trasladan a Monterrico, donde compran una finca de 12 hectáreas con tres estufas pero sin gas. Son propietarios de 12 hectáreas y arriendan (no en mediería) unas 70 más, pero sin instalaciones. La finca propia funciona como base y es donde están las estufas; cuenta con instalación de gas (puesta por ellos), siete estufas convencionales y algunas “modernas”. Además poseen seis tractores, una camioneta tipo camioncito, un camión y un “rodeo” con carrocería. En sus planes está la compra a futuro de más tierra para la producción de tabaco. No participa en las tareas manuales, si en la administración, y en forma conjunta con un tío y un hermano fungen como “capataces”. Él figura como único responsable de la explotación. Pero realiza muchas tareas, como la compra de gasoil para los tractores (esperando largas horas para el acopio). Suele diversificar con porotos u otra legumbre.
7 Productor empresarial. El Carmen y Las Maderas. La finca fue heredada de la familia de su esposa. El padre de ella era productor y había heredado la finca de su padre, un inmigrante español que se dedicaba a la actividad tabacalera ya en 1920. Desde 1968 es productor tabacalero. Luego de fallecer el padre de su esposa se hizo cargo de la finca, combinando esta actividad con su profesión de abogado. Además de ser productor, es jubilado de la Justicia Nacional. Actualmente tiene unas 65 hectáreas. La finca tiene unas 32 000 canas para unas 32 estufas aproximadamente. Los tractores son 14 y sus modelos van desde el año 1947 hasta el 2004. Tiene una fumigadora mecánica. Ni el ni sus hijos participan directamente en las actividades manuales. Si en el control, la dirección, la gestión y la administración. Uno de sus hijos se encarga del tabaco y el otro de la plantación de poroto. Además, la finca cuenta con una contadora y un ingeniero en seguridad. Realiza la comercialización personalmente. Suele diversificar con poroto y
8 Productor familiar. Perico del Carmen. La finca y las instalaciones son de origen familiar. El padre, de origen español, ya producía tabaco en 1967. Desde hace 20 años le alquila la finca y las instalaciones a su padre; produce unas 15 hectáreas de tabaco. La finca tiene dos galpones, nueve estufas y sus tendales. Además dos tractores, uno de 1987 y el otro de 1977. Él y su esposa se encargan de la gestión y administración de la finca. En las épocas de más trabajo se trasladan a vivir a la finca. Realizan las tareas manuales los asalariados permanentes. Si bien se dedica especialmente al tabaco, ha cultivado también cebolla, tomate, pimientos, frutillas, etc. Sin embargo, no ha tenido éxito económico.
9 Exproductor. Perico del Carmen. El padre se dedicó a poner tabaco de 1963 a 1998 como mediero. Su origen es asalariado tabacalero de nacionalidad boliviana. Hace unos diez años arrendaba con su familia unas 27 hectáreas con instalaciones para tabaco en la zona de Monterrico. Tenían un contrato de alquiler con un productor al que le pagaban con casi la cuarta parte de la producción de tabaco. Las herramientas (tractores, acoplados, etc.) corrían por cuenta de los inquilinos. Luego de una serie de problemas económicos, dificultades para vender la producción y cancelar todos los costos (insumos, mano de obra, etc.), tuvieron que retirarse de la actividad. Actualmente es asalariado tabacalero. Se desempeña como encargado y estufero. La finca era administrada y trabajada por su núcleo familiar: hermano, padre y madre, más asalariados transitorios en los momentos de mayor demanda de trabajadores.
10 Productor empresarial. El Carmen y Las Maderas. La finca es de origen familiar. Su padre, hijo de inmigrantes italianos, fue junto con su abuelo uno de los primeros en producir tabaco en la familia. Su abuelo trabajaba como peón, luego pasó a ser arrendatario, hasta comprar parte de la finca actual en 1967. En la actualidad la finca es administrada por él, su padre y su hermano, y produce unas 120 hectáreas de tabaco. Cuentan con cinco tractores, que van desde uno modelo 1968 hasta otro de 2005. Cuentan con 40 estufas a gas. La finca es administrada por el padre y dos hermanos, pero sólo participan en la administración, dirección y comercialización. Además, tiene un contador. Diversifican con soja y porotos en la provincia de Salta desde hace unos siete años.
11 Productor familiar. Chamical y Ovejeria. En 1935, a la edad de seis años, ayudando a la familia (asalariados), comenzó a poner tabaco. El padre era peón de campo. Desde 1955 trabajo unos años como mediero, y en 1958 le compro la finca a un amigo y comenzó a poner tabaco por su cuenta. Actualmente produce unas 13 hectáreas propias y arrienda otras 24. Participa en numerosas tareas, como la búsqueda de asalariados y el control del proceso. Comercializa la producción y negocia la calidad con los acopiadores. Diversifica con unas cinco hectáreas de verduras, arvejas y cebollas.
12 Productor empresarial. Monterrico. La finca es de origen familiar. Luego de estudiar arquitectura se hizo cargo de ella. Desde hace 30 años es productor tabacalero. Es propietario de unas 450 hectáreas en Monterrico y San Pedro, dedica 50 a la actividad tabacalera. Además de ser tabacalero, es arquitecto y tiene una empresa constructora. Cuenta con diez tractores, dos de ellos modelo 2006, y estufas bulk curing. Junto con un hermano, se encarga de la administración y dirección de la finca. Tienen encargados y capataces para el control del personal. Contratan ingenieros que supervisan la producción. Diversifica con poroto en San Pedro.
13 Productor empresarial. Monterrico. El padre comenzó arrendando tierras para la producción de tabaco en 1980. Luego compró una parcela de 15 hectáreas, y continuó incrementando la producción arrendando más tierras. Desde niño trabajó y aprendió el oficio con el padre. Luego de jubilado, el padre se encargó de la administración de la finca, y llegó a producir unas 45 hectáreas de tabaco. En la actualidad se ha retirado y arrienda la tierra y las instalaciones (tractores, estufas, acoplados, etcétera). Se encargaba de la administración y el control de la finca. La familia, su mujer e hijos se encargaban de los papeles. Además, contaba con capataces y encargados del personal.
14 Productor familiar. Alto Verde. El origen de la finca es familiar. Su padre trabajaba en una empresa privada recibiendo tabaco, donde adquirió los conocimientos y “contactos” para iniciarse en la actividad. En 1992 compró unas seis hectáreas en la zona de Alto Verde-Monterrico. En los últimos años solían ampliar la producción arrendando parcelas extras; llegaron a superar las 20 hectáreas. Al mismo tiempo administraban un negocio familiar en el pueblo (carnicería), con la que solventaron gran parte de los gastos de la finca. A los 14 años comenzó a trabajar con el padre en la finca. Luego de fallecer el padre se hizo cargo de la explotación con muchas dificultades. En la actualidad arrienda la finca y las instalaciones. Continúa con sus estudios de medicina y administra junto con la madre la carnicería en el pueblo. La finca cuenta con tinglados, dos estufas chicas de adobe, dos más grandes de adobe y dos bulk curing, dos tractores, maquinarias y viviendas para los trabajadores. El padre se encargaba de la explotación con la ayuda de dos peones generales “tipo capataces”. Al fallecer el padre, el hijo (de 31 años y estudiante de medicina) se hizo cargo de la finca con ayuda de estos empleados “idóneos”. Solían diversificar con verduras que plantaban en El Pongo (terrenos estatales), pero los problemas de comercialización desalentaron este tipo de actividad.

Fuente: Elaboración propia con base en entrevistas a productores tabacaleros.

De los casos analizados en el Cuadro 1 se desprende que hay dos formas de entrar en la producción de tabaco: como productores con un claro origen familiar o como nuevos productores.

De estas dos formas de entrada, el caso más típico es el de los productores provenientes de familias tabacaleras, es decir, son hijos o nietos de antiguos tabacaleros que continúan con esta actividad heredada de sus familias. De los 14 casos analizados, 11 son de este tipo. Pero incluso entre ellos identificamos dos tipos diferentes: los productores que han tenido una actividad laboral distinta de la producción de tabaco antes de continuar con la tradición familiar y aquellos que siempre se han dedicado a la actividad tabacalera, es decir, que nunca han tenido otro tipo de actividad laboral o comercial.

En el primer grupo, el de productores que han tenido su primera inserción laboral en otros espacios, encontramos trayectorias que se pueden asociar a un origen urbano. En estos casos tales actividades están relacionadas con profesiones liberales o la administración de algún negocio en las áreas urbanas. En esta situación podemos identificar cuatro casos de los once analizados (entrevistas 2, 5, 7 y 12); todos han instrumentado una forma «profesional» de administrar la explotación tabacalera, e incluso esta actividad agrícola ha pasado a ser la de su principal ingreso.

Por otro lado, podemos identificar a siete productores que, si bien comparten una misma forma de entrada en la actividad tabacalera (hijos o nietos de antiguos productores tabacaleros), nunca han tenido otro tipo de trabajo y siempre se han dedicado a esta actividad heredada de la familia (entrevistas 1, 4, 6, 8, 10, 13 y 14) y, como los demás, hacen una administración «profesional» de la explotación.

Las características comunes de todos ellos es la de ser una segunda o tercera generación de productores y haber incorporado los estándares de producción, «nuevas» tecnologías y las variedades que exige el mercado. Es decir, se han transformado en productores «eficientes» y hacen un uso «profesionalizado» de los recursos tierra, mano de obra y capital; pero en los casos 13 y 14 actualmente podrían ser considerados cuasi rentistas, pues ambos arriendan su finca, incluyendo los bienes de capital, aunque uno es jubilado y el otro ejerce una profesión liberal.

Estos productores también reconocen que provienen de generaciones de familias de asalariados -peones tabacaleros- que han hecho un recorrido posible de «modelar» con un pasaje desde abuelos peones tabacaleros, luego peones, que de allí pasan a arrendatarios o medieros, para adquirir luego tierras y utilizar el arriendo como complemento para la adquisición de tierras. Este tipo de ascenso social casi no ha sido identificado en la literatura clásica sobre la estructura agraria, y es semejante a los reportados por conocidos estudios sobre el ascenso social en sectores urbanos de inmigrantes campesinos europeos, ejemplificados con «mi hijo el doctor».

Los productores «nuevos» o de primera generación, su característica común es la de tener un origen como medieros o asalariados. Del total de entrevistados, podemos encontrar cuatro casos (entrevistas 3, 6, 9 y 11); algunos han trabajado como peones y luego como medieros, hasta adquirir un capital y arrendar o comprar una finca; otros son hijos de asalariados que han trabajado incluso como peones en el tabaco u otra actividad rural. Al igual que los de origen familiar, estos han incorporado a la actividad tabacalera los «nuevos» procesos de producción y hacen un uso «profesionalizado» de las fincas.

Es decir, cualquiera de estas dos formas de entrada en la actividad -de origen familiar y nuevos productores- está cruzada, a su vez, por dos tipos de trayectorias o caminos posibles, los que han logrado incorporar los «nuevos esquemas de producción» y experimentado un proceso de expansión y crecimiento hasta consolidarse como productores «eficientes» y «profesionales», y los que han sido excluidos, arrinconados y finalmente expulsados de la estructura social agraria.

En cuanto a la expansión y el crecimiento, se señala en primer lugar el incremento en la cantidad de tierras, lo que implica -en un sentido más clásico- una transformación en la escala de producción y un amento en la cantidad de capital que logra administrar un productor.

En este proceso de crecimiento por lo general se sigue un sendero de tipo escalera.5 Pero para aumentar la cantidad de tabaco producido el productor debe asegurar, en primer lugar, su secado. Esto es fundamental ya que las estufas tienen un alto costo y son necesarias para curar el tabaco y lograr una calidad acorde a la exigida por los «núcleos» del CAI tabacalero. Una vez garantizado este mecanismo, ya sea mediante la compra o el arriendo de las instalaciones necesarias, el productor puede ampliar la cantidad de tierra cultivable, que puede ser comprada o arrendada. Si un productor tiene éxito y rindes económicos suficientes, puede pensar en adquirir nuevos lotes.

Esta «escalera» de ascenso patrimonial en tecnologías, tierras y volumen de producción se logra generalmente a un ritmo lento y en distintas cosechas. Los peldaños son, en líneas generales: incorporación o alquiler de estufas, ampliación de la producción de tabaco en tierras alquiladas o propias y, finalmente, una ampliación del capital constante.

Por otro lado, se debe mencionar otro indicador de capitalización y movilidad social ascendente: la incorporación de las «nuevas» variedades (tabaco Virginia). En este sentido, el mejoramiento del material genético de las plantas con el que se busca producir un tabaco de primera calidad es, sin lugar a duda, otro indicador de crecimiento y profesionalización.

En todas estas fincas se hace un manejo «profesional» de la explotación, la administración y la contratación de mano de obra. En este sentido, más allá del origen social y de la forma de entrada en el cultivo de tabaco, podemos identificar casos claros de movilidad social ascendente, tanto en lo que se refiere a los hijos de antiguos productores tabacaleros como a los «nuevos».

Lo interesante de este tipo de productores es que en todos los casos su entrada y posterior desarrollo han implicado necesariamente un crecimiento, el cual se puede constatar en la cantidad de hectáreas sembradas, la tecnología adquirida y el capital incorporado al proceso de producción. Pero, además, en todos los casos analizados se observa cómo el proceso de producción da cuenta de un uso «profesionalizado» de los recursos en la finca, con un importante nivel tecnológico, acorde a las hectáreas sembradas y un uso planificado de los recursos.

En cuanto a la exclusión, el arrinconamiento y la expulsión, pudimos identificar dos casos: el de un exmediero devenido en asalariado rural (entrevista 9), aunque en una jerarquía mayor que la de simple peón general, y el de un productor empresarial que ha reducido la cantidad de hectáreas sembradas (entrevista 4).

La historia de vida del exproductor es un caso típico de entrada y salida de la actividad tabacalera. Su padre se dedicaba a cultivar tabaco como mediero en 1963, hasta 1998 y en sus comienzos trabajó como asalariado tabacalero. Hace unos diez años solía arrendar con su familia unas 27 hectáreas de tabaco en la zona de Monterrico; tenían un contrato de alquiler con un productor al que le pagaban con casi la cuarta parte de lo que producían de tabaco, pero las herramientas e insumos corrían por cuenta de los inquilinos. Luego de una serie de problemas económicos y de dificultades para vender la producción y cancelar los costos -insumos, mano de obra, etc.- tuvieron que retirarse de la actividad. Hoy trabaja como asalariado tabacalero, se desempeña como encargado y estufero en una finca de Monterrico.

En cuanto al productor empresarial devenido en familiar, la historia es muy particular. Su padre se dedicaba a la producción tabacalera y tenían alrededor de 65 hectáreas. La finca heredada de la familia fue repartida entre los hermanos, fue el primer fraccionamiento que sufrió la explotación. Trabajando con sus hijos y luego de algunos intentos fallidos de diversificación, se dedicó exclusivamente al tabaco, pero nunca ha recuperado las hectáreas iniciales de la finca de su padre.

Estos casos y testimonios son difíciles de encontrar. La mayoría de los productores expulsados o en vías de desaparecer de la estructura social agraria no son individualizados con facilidad. Sin embargo, más allá de ello y las dificultades para registrarlos, la información censal nos permite inferir que muchos han sido casos como estos.

Según datos del Censo Nacional Agropecuario, entre 1988 y 2002 se ha registrado una importante concentración en los estratos más grandes, con un crecimiento del 65% para los productores de más de 50 hectáreas, una caída del 20% en el estrato de diez a 50 hectáreas y una caída considerable en el estrato más pequeño, que llegaría al 46% (véanse los Cuadros 2 y 3).

Total de explotaciones agropecuarias con tabaco y superficie plantada por escala de extensión, 1988
1988 Hasta 10 ha De 10.1 a 50 ha Más de 50.1 ha Total
Explotaciones agropecuarias 256 338 43 637
40% 53% 7% 100%
Hectáreas 1 538 7 975 3 682 13 195
12% 60% 28% 100%

Fuente: Elaboración propia con base en datos publicados en el Censo Nacional Agropecuario 1988.

Total de explotaciones agropecuarias con tabaco y superficie plantada por escala de extensión, 2002
2002 Hasta 10 ha De 10.1 a50 ha Más de 50 ha Total
Explotaciones agropecuarias 137 272 71 480
28% 57% 15% 100%
Hectáreas 791 6 786 6 699 14 275
6% 47% 47% 100%

Fuente: Elaboración propia con base en datos publicados en el Censo Nacional Agropecuario 2002.

En el supuesto caso de que todos los productores actuales ya lo eran en 1988, se puede hipotetizar que se perdió un 25% de ellos, muchos seguramente provenientes de estratos más bajos. Esto se verificaría al mirar la evolución de las superficies de cada estrato. En efecto, con menos de diez hectáreas se pasa del 12% de superficie sembrada al 6% en 2002. En el otro extremo, la superficie sembrada en el estrato mayor casi se duplica en el mismo período. Es decir, seguramente se perdieron productores pequeños que salieron del sistema y posiblemente muchos de los antiguamente pequeños pudieron ascender a los estratos mayores6 (véanse los Cuadros 2 y 3).

Bajo este escenario, es evidente que muchos productores han desaparecido o fueron expulsados de la estructura social; pero, como vemos, otros estratos han experimentado un proceso diferente. Si bien los datos censales no nos dicen si son los mismos casos, los cambios entre los estratos, sumados a los testimonios y la información recogida en el proceso de investigación nos permiten ir en esta línea. Entonces, la pregunta que nos queda por responder y se pretende abordar en el siguiente apartado es si es correcto hablar de un proceso de movilidad social tanto ascendente como descendente en la actividad tabacalera de Jujuy o podemos dejar de señalar que la movilidad social en el sector tabacalero de Jujuy existió.

Pero ésta ha tenido dos tipos de comportamientos muy diferentes. Por un lado, encontramos una movilidad social descendente vinculada a la desaparición y el arrinconamiento de pequeños y medianos productores, y por el otro, una movilidad social ascendente caracterizada por el crecimiento en capital (estufas, tractores y tierra) y un uso profesionalizado de los recursos.

La tendencia al descenso se observa no sólo en los registros censales, donde los datos permitirían inferir este proceso, sino también en las entrevistas realizadas a productores, en las que se menciona que la desaparición de los medieros y pequeños productores está asociada a lo obsoleto de sus medios de producción y la forma ineficiente de administrar las explotaciones. Además de los altos niveles de calidad que exige la industria (difíciles de alcanzar), las altas erogaciones monetarias y las nuevas inversiones en capital (estufas bulk curing) excluyen a una gran cantidad de pequeños productores:

No, ya hace como diez años que no hago tabaco. Solíamos arrendar 27 hectáreas en la zona de Monterrico… Hubo un tiempo unos seis, siete, ocho años atrás en donde no se podía vender el tabaco, había muchos problemas con la venta […]. Después se echó a perder la cosa. Hasta el ’98 trabajé como mediero, pero después nosotros le dijimos que no conviene mediero, que arrendemos. Ahora trabajo en la finca, de encargado, estufando (asalariado tabacalero, exmediero. Perico del Carmen, provincia de Jujuy, 2007).

[…] los que se han fundido con el tabaco son los productores nuevos. Lo que pasa que hay épocas, por ejemplo, gente de acá de San Salvador o de otro lado, y ven que el tabaco es negocio, vienen arriendan y se mandan a plantar. Pero desgraciadamente el tabaco es un negocio. Hay que saber. Aparte para hacer tabaco tenés que tener una infraestructura, no es no más meterle tabaco en tu tierra y después qué haces si no tenés estufas, no tenés tractores. Tenés que tener una serie de tecnologías que en el tabaco son específicas (productor tabacalero, 50 hectáreas. Monterrico, provincia de Jujuy, 2012).

Estas entrevistas señalan casos concretos y son testimonios de cómo los pequeños productores son desplazados, arrinconados o ven muy difícil incorporarse al proceso de producción. Sin embargo, otros testimonios muestran un fenómeno opuesto, casos en los que se ha experimentado un crecimiento económico-social y, por consiguiente, una movilidad social ascendente:

[…] nosotros empezamos en el ’75, hasta el ’80 trabajé como peón, y un día me dice el patrón: «¿Por qué no pone tabaco en sociedad conmigo? Yo le voy a dar la tierra y le voy a ayudar con plata, cuando termina la cosecha yo le voy a descontar la plata que le di y hacemos las cuentas». Así fuimos avanzando más. Ya en el ’85 pasamos de las doce hectáreas a arrendar un poco más, y ahora estamos poniendo ochenta y tres hectáreas (productor tabacalero, 83 hectáreas. Perico del Carmen, provincia de Jujuy, 2007).

La propiedad era de mi abuelo. Cuando llegó él era peón, arrendero después, y después logró comprar algo de tierra, y así se empezó. Él es nacido acá, pero es de origen inmigrante… Acá empezaron mis abuelos, ellos vinieron de Italia. Yo creo que esta finca tiene cuarenta y pico de años (productor tabacalero, 120 hectáreas. Perico del Carmen, provincia de Jujuy, 2007).

Empecé arrendando tierras, y después con tierras propias con mi padre, hace unos treinta años. Primero arrendadas y después propias. Más o menos unas quince hectáreas, después veinte, treinta, cuarenta hectáreas. Así comenzamos a incrementar las hectáreas, de a poco. Nosotros comenzamos así, mi padre era tabacalero y seguimos con los pasos de él. Mi padre ha dejado la actividad y después la seguí yo. Ahora indirectamente sigo involucrado con el tabaco, alquilo la tierra y la finca. Es decir, que arriendo lo que tengo (exproductor tabacalero, 45 hectáreas. Perico del Carmen, provincia de Jujuy, 2012).

En 1935, cuando tenía seis años, empecé a poner tabaco. Vine con mi familia desde San Juan. Los «camperos» éramos… soy el único de la familia que se dedica a poner tabaco. Mi papá era peón. En 1956 más o menos […] ponía unas diez hectáreas, porque depende de las estufas. Igual tenía mi finquita, pero seguía arrendando. Yo trabajaba por jornal en las fincas, podaba, limpiaba… En 1955 comencé a poner tabaco por mi cuenta; tenía veintidós, veintitrés años. Hoy tengo ochenta y tres años… Me compré primeramente una casa en El Carmen hace como cuarenta años. Después un amigo me dice: «Ahí hay una finca que se va a vender». Era del hijo de un antiguo tabacalero de Jujuy… Pero en esa época era mucho mejor que ahora. El patrón ponía las tierras, vos pagabas agua, parte de la leña, y nosotros teníamos que plantar, cultivar, cosechar, estufarlo y sacarlo todo (productor tabacalero, 37 hectáreas. Perico del Carmen, provincia de Jujuy, 2012).

De las entrevistas se desprende que algunos productores hijos de antiguos productores tabacaleros han logrado capitalizar los recursos económicos y sociales. Mantienen el estrato social heredado, o incluso han aumentado su capital. Otros tienen un origen asalariado, como peones rurales devenidos en medieros y luego en productores. Este parecería ser el caso más típico de movilidad social ascendente registrado en la provincia.

Habría que remarcar que este proceso se encuentra asociado a otro momento histórico y no a los procesos de cambios recientes, por lo cual es difícil plantear que este proceso de «escalera» resulte repetible en las condiciones actuales del sistema productivo. Sin mencionar que no quedan tierras disponibles bajo el complejo sistema de riego instalado en la zona y es muy difícil para los pequeños productores acceder a créditos para estufas y la incorporación de la tecnología necesaria para el «curado» del tabaco.

En este sentido, el papel de la Cooperativa y las políticas estatales7 explicarían en parte la gran cantidad de productores que hoy producen tabaco en el estrato superior a las 50 hectáreas. Algunos de ellos corresponden a aquellos actores sociales identificados a fines de la década de 1970 como medieros y que hoy son productores familiares, empresariales e incluso algunos rentistas.

Una explicación a este fenómeno se puede encontrar en las formas de producción y comercialización. Éstas no sólo han profesionalizado el proceso, sino que han abierto nuevas posibilidades a los productores tabacaleros. Siempre y cuando hayan podido reproducir exitosamente la «escalera» de ascenso: garantizar el secado del tabaco, aumentar las hectáreas sembradas y capitalizarse.

Por otro lado, sin que quienes los dan hayan experimentado directamente un proceso de movilidad social ascendente, muchos testimonios y relatos señalan que han existido épocas buenas, cuando la mediería ha permitido a muchos productores reproducir la «escalera» de ascenso social y dar un salto hacia adelante:

El que hace las cosas bien y le va bien, va creciendo, el caso de muchos productores chicos. Antiguamente el productor chico crecía en dos patadas. Yo conozco el caso de muchos productores grandes que no tenían nada. En aquella época, cuando ellos empezaron, era distinto. Te estoy hablando del año ’70 hasta el año ’83, más o menos (productor tabacalero, 25 hectáreas. Perico del Carmen, provincia de Jujuy, 2010).

[…] sí, depende de la época que le toque […] buenas han sido el ’80 y pico, malas del ’70 para atrás, antes que se haga la Cooperativa […] (productor tabacalero, 15 hectáreas. Perico del Carmen, provincia de Jujuy, 2010).

Yo tengo muchos casos. Uno que era chofer de mi vieja. Un changuito que en ese tiempo tendría dieciocho años, mientras yo estudiaba. Después cuando yo vine ya eran socios. Después, al poco tiempo, ya arrendaba tierra. Ahora ya es propietario. Lo que pasa que tenés que estar en el cambio. Todos los años tenés que ir cambiando y aceptando todo lo que sale nuevo… Sobre todo, acá han aparecido productores grandes; son argentinos, pero hijos de bolivianos. Pero ahora son productores grandes. Y la mayoría, los que están creciendo, son ellos. Ya no son los grandes que se nombraban antes acá (productor tabacalero, 50 hectáreas. Monterrico, provincia de Jujuy, 2012).

Sabe qué es lo que pasa: antes te alcanzaba, pero ahora no. Antes venía el comprador y te decía: «Bueno, te pago tanto por kilo». No se clasificaba. En el ’60 o ’50 y pico, las empresas ya te pagaban por clase. ¿Entendés? Pero ahora no se llegan a cubrir los costos con lo que pagan (productor tabacalero, 37 hectáreas. Perico del Carmen, provincia de Jujuy, 2012).

Los relatos y testimonios muestran épocas buenas y malas. Sin duda, el proceso de expansión y apoyo estatal a través del Fondo de Recuperación Productiva (FET), la creación de la Cooperativa y de la Cámara de Productores, junto con obras de infraestructura como los canales de riego, el tendido eléctrico y la red de gas, produjeron sinergias que, unidas a los «saberes» de medieros y algunos peones, fueron incrementando las posibilidades de ascenso social.

Con estos datos, podemos afirmar que la movilidad social ascendente de productores tabacaleros en Jujuy existió. Es posible identificar testimonios de productores que han pasado de ser asalariados a medieros, productores pequeños e incluso llegar a ser productores empresariales. Pero, más allá de estos casos, estos procesos son resultado de un momento histórico particular, en que la mediería se transformaba en una práctica rentable y la participación del Estado y la Cooperativa tenían un papel muy distinto al de la actualidad.8

Hoy la mediería, dados los altos costos, no se transforma en una estrategia de producción rentable y de aumento de las hectáreas cultivables. Solamente usando tecnologías de punta y procesos planificados de producción se alcanza un tabaco Virginia de calidad acorde a las exigencias de los mercados y los «núcleos» del CAI.

Es justamente este uso profesional de los recursos y del proceso de producción lo que contribuye a sostener esta dimensión novedosa en el análisis de los procesos de movilidad social. Es decir, hablamos no sólo de una movilidad social ascendente en el sentido de acumulación de capital o el pasaje de un estrato a otro, sino de una forma de producción, de relacionarse con el proceso.

En síntesis, la movilidad social ascendente registrada en el sector se encuentra asociada no sólo a las dimensiones tradicionales de los análisis de movilidad, sino también a una «nueva» forma de relacionarse con el proceso de producción, con una dimensión descuidada en los análisis sociológicos referidos a actores sociales en el agro. Y no sólo en aquellos casos de productores que han acumulado capital, sino en todos los que han logrado incorporar la «nueva» estructura socioproductiva, alcanzar un alto nivel tecnológico y de producto final, mantenerse dentro de la estructura social y hacer un uso profesional de los recursos.

Conclusiones

En todos los casos analizados, y más allá de la forma de entrada en la actividad -origen familiar o nuevos productores-, observamos una forma de administración de las fincas «profesionalizada», con un importante nivel tecnológico acorde a las hectáreas sembradas, un uso planificado de los recursos y una planificación y división de las tareas que realizar en la explotación tabacalera.

En este sentido, podemos identificar dos tipos claramente definidos de productores: los que han experimentado un proceso de expansión y crecimiento (movilidad social ascendente) y se han consolidado como productores eficientes, y los que han sido excluidos, arrinconados o expulsados finalmente de la estructura social agraria (movilidad social descendente).

En cuanto a la expansión y el crecimiento, se tomó como indicadores el incremento en la cantidad de tierras y la incorporación y el uso de «nuevas» técnicas y tecnologías apropiadas para ello, que no son otra cosa que la introducción de capital constante como tractores y estufas. Bajo estas condiciones encontramos productores de diferentes estratos y orígenes sociales que comparten la característica común de hacer un uso profesionalizado de los recursos. Es esta forma de producir la que nos permite hablar, sostener y reforzar que existe un proceso de movilidad social ascendente, la que sin duda se encuentra asociada no sólo a una forma de producción y un uso particular de los recursos, además de la acumulación de capital en tierras y tecnología (bajo una escalera particular), sino también al desarrollo de nuevas habilidades de gestión y administración.

En cuanto a la exclusión, el arrinconamiento y la expulsión, se señaló la presencia de casos en los que no se ha logrado incorporar los patrones de producción y los productores han sido excluidos de la estructura social agraria, lo que se identifica como una movilidad social descendente.

Más allá de ello, la movilidad social ascendente de productores tabacaleros en la provincia de Jujuy existió. Las entrevistas y los datos censales dan cuenta de este proceso, que se concentra en un momento histórico determinado, fines de la década de 1970, y tiene todavía hoy una incidencia significativa. En esos años, muchos medieros o campesinos han logrado apropiarse de parte de la renta y capitalizarse, con lo que construyen una especie de «escalera» de ascenso social. Sin embargo, en la actualidad las nuevas reglas de producción y subordinación de productores al CAI tabacalero han modificado este tipo de comportamientos.

Hoy en día, más allá del origen social del productor, si se quiere continuar dentro de la estructura social agraria necesariamente se debe hacer un uso profesional de los recursos, transformar las fincas en verdaderas empresas y dejar de lado antiguas formas de producción.

En este sentido, podemos identificar dos procesos de movilidad social que habrían estado presentes en los últimos años: por un lado, el desplazamiento de productores fuera de la estructura social agraria, es decir una movilidad descendente, y por el otro, un proceso de movilidad social ascendente.

Encontramos campesinos y pequeños productores que habrían sido expulsados de la estructura social agraria como productores tabacaleros y se insertaron en algunos casos como asalariados. Esto no sólo concuerda con los análisis teóricos más clásicos, sino también con los datos censales, en los que se observa claramente cómo este estrato social presenta una disminución en cantidad de productores. En cuanto al estrato medio (productores familiares), encontramos una amplia heterogeneidad no sólo en el interior del estrato, sino en cuanto a los posibles mecanismos de entrada y de salida. Los movimientos esperables son, por un lado, pasar de campesino a productor familiar, de familiar a campesino, mantenerse en su posición o retirarse del sector vendiendo la finca. En cuanto al estrato más alto (productores empresariales), vimos que provienen de los estratos medios y bajos o presentan un origen social similar -hijos de productores capitalizados- e incluso algunos provienen de otras actividades de origen urbano.

En este sentido, la movilidad social ascendente a la que referimos no sólo se presenta bajo las variables clásicas de análisis -tierra, capital y trabajo-, sino que también debemos tener presente en el análisis la forma de hacer uso de estos factores. Lo que definimos como profesionalización de la actividad.

Notas al pie:
  • 1

    Vender en la industria o la Cooperativa exige un conocimiento, una habilidad y una negociación que se adquieren con la práctica y depende además del estrato social del productor y los vínculos sociales y políticos que logra administrar.

  • 2

    También se pueden dar formas de integración de campesinos «subordinados» cuya capacidad de ascender o descender en la estructura está cuasi determinada por el núcleo del CAI. Estos casos casi no están presentes en la estructura agraria tabacalera jujeña (como sí lo están, por ejemplo, en Misiones [Re y Diez, 2010]). En el área jujeña generalmente cambian la producción a alguna actividad hortícola para venta al menudeo o se alojan en áreas de subsistencia.

  • 3

    Aunque no es posible comprobarlo por no existir datos del universo de productores y medieros entre la década de 1970 y la actualidad, tanto las entrevistas realizadas como lo que opinan los informantes calificados indicarían que el pasaje central en Jujuy fue de campesino mediero a estratos superiores, con poca expulsión de campesino o medieros.

  • 4

    Tomando en cuenta las variables tierra, capital y trabajo, se ha construido la siguiente tipología de productores tabacaleros: campesinos tabacaleros (con hasta dos hectáreas de tabaco); asentados mayormente en terrenos fiscales, no cuentan con capital y usan exclusivamente mano de obra familiar. Campesinos transicionales (entre dos y diez hectáreas); registran la presencia de trabajo familiar, combinada con la contratación de asalariados transitorios. Productores familiares (entre diez y 50 hectáreas); con altos niveles de capitalización, contratan mano de obra asalariada y hacen un uso profesionalizado de la finca. Con superficies mayores de 50 hectáreas de tabaco encontramos a los productores empresariales, que representan el 15% del total de las explotaciones tabacaleras (Censo Nacional Agropecuario 2002); se trata de un sector muy dinámico en el que coexisten grandes empresarios tradicionalmente presentes en la actividad y productores en expansión.

  • 5

    Sobre este tema, Benencia (1999) señaló la presencia de mecanismos similares en la producción hortícola del Gran Buenos Aires. Analizando las transformaciones experimentadas por migrantes de origen boliviano entre 1975 y 1996, describe las estrategias de producción que les permitieron a campesinos sin tierra transformarse en productores agrícolas y propietarios de los medios de producción. Específicamente, señala un fenómeno de movilidad social ascendente centrada en el intercambio de individuos entre diferentes estratos, a la que define como «escalera de cuatro tramos». El paso de un peldaño al otro en la escalera es condicionado por el papel que desempeñan los individuos según las diferentes categorías ocupacionales: trabajadores o patrones, y las posibilidades de capitalizarse o no.

  • 6

    También se podría hipotetizar que todos vendieron y compraron a otros agentes. Sin embargo, las entrevistas van en el sentido expuesto por la lectura casi directa del cuadro.

  • 7

    Creado con carácter transitorio en 1967, el Fondo Tecnológico del Tabaco estuvo destinado a solventar la tecnificación de las explotaciones y compensar a los productores por el incremento de los costos de producción. A través de un impuesto al consumo de cigarrillos, se generó la existencia de un «sobreprecio» sobre el acopio final del producto, con el que se pudieron instrumentar planes especiales para la tecnificación, la preindustrialización, la promoción social de los productores tabacaleros y el financiamiento de las principales instituciones del sector, como las cámaras de productores y las cooperativas.

  • 8

    En Jujuy la actividad tabacalera es señalada, incluso a nivel nacional, como una de las pocas que han logrado incorporar los nuevos patrones de producción y resistir, al mismo tiempo, la avanzada neoliberal de los años noventa. Este proceso se ha logrado gracias al fuerte peso social y político que los productores han conseguido mantener por medio de la Cámara y la Cooperativa de Tabacaleros. La participación de estas instituciones fue fundamental para el mantenimiento de normas impositivas que favorecen al sector —como el Fondo Especial del Tabaco—, el sostenimiento de precios mínimos y otro tipo de reclamos económicos y políticos regionales.

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Historial:
  • » Recibido: 15/04/2024
  • » Aceptado: 08/10/2024
  • » : 14/06/2025» : 2025Jan-Jun